30 de mayo 2010

Comunidad en tránsito: la urgencia de las prácticas artístico-políticas en Argentina

Sabemos que en la actualidad las grandes empresas se preocupan más por los procesos de circulación y los códigos de consumo, que por los tradicionales medios que intervienen en el proceso productivo. Las ganancias parecen ya no obtenerse de las ventajas de la cadena de montaje, sino más bien de los departamentos de marketing, de la publicidad y de los estudios de mercado. Este desplazamiento significa un cambio en la lógica no solo de las grandes empresas sino también de los diversos campos sociales, que como sabemos, poco tienen de autónomos. A partir de esta idea es que nos proponemos pensar en las actuales relaciones entre arte y sociedad, considerando como los cambios sociales pueden ser conjugados (lo que no quiere decir representados) por diversas prácticas artísticas.

Si bien una primer mirada encontraría el correlato artístico de este desplazamiento que se concentra en los procesos de circulación y los códigos de consumo, en el denominado arte kitsch; también existe otra cara “más políticamente comprometida”. Ésta refiere a una reapropiación de los códigos y de las formas de circulación con el fin de subvertirlos. Dentro de esta corriente podemos considerar a los  fenómenos actuales del arte público, la denominada estética de la emergencia ((Nos referimos a los fenómenos que analiza Reinaldo Ladagga en su libro: Estética de la emergencia)), las colaboraciones entre artistas y grupos sociales, etc.

Existe en la actualidad una creciente inquietud por la producción colaborativa, nuevas formas de cooperación en los diversos niveles del campo artístico: producción, visibilidad, circulación, legitimación. Desde este enfoque es que muchos analistas del arte (el más importante de ellos, Nicolas Bourriaud) nos hablan de un arte relacional y de la producción de comunidad como modalidad privilegiada de la praxis artística.

La posibilidad, entonces, de formar comunidad y lazos de solidaridad en un mundo global al que se tilda de fragmentado, desregulado e individualista nos plantea nuevos interrogantes. El concepto de comunidad parecía ya no tener cabida en un mundo que había sido catalogado de individualista, y cuyo correlato artístico más visible fueron las experiencias del tipo “intimistas”. Sin embargo debemos considerar que la nueva revalorización del concepto de comunidad tiene, en este contexto, sus propias particularidades. Scott Lash menciona que en la actualidad nos encontramos frente a comunidades postradicionales las cuales suelen ser menos formales; y en esta misma línea podemos pensar en los aportes de Agamben y Maffesoli quienes advierten que las nuevas comunidades son más bien abiertas, lúdicas y significan un anclaje poco arraigado (en términos esencialistas) entre los individuos. Lo que se genera son redes, combinación de individuos que se unen no necesariamente por fines racionales, pero tampoco por una cualidad esencial que los una a todos.

Por lo tanto en un contexto de metrópolis globales en donde se observa una creciente urbanización del experimento artístico, es la misma imagen, con su fuerte poder vinculante, la que nos invita a generar lazos, la que invita a la participación y la empatía, haciendo posible, entonces, la configuración de espacios relacionales. Desde esta perspectiva, se piensa a la estética como un medio de experimentar o de sentir en común; a su vez, que es un medio para reconocerse.

Nicolas Bourriaud, nos advierte que las obras ya no tienen como objetivo formar realidades imaginarias o utópicas (característicos de los grandes relatos teleológicos de la modernidad), sino constituir modos de existencia o modelos de acción dentro de lo real ya existente: “En lugar de inspirarse en la trama social, se inserta en ella”. Partiendo de esta premisa se podría pensar que el arte contemporáneo es siempre político o comprometido, sin embargo deberíamos tener cuidado en este aspecto y no caer en relativismos que le quitan capacidades analíticas y explicativas a los conceptos: el concepto de un arte político es de por sí complejo.

Ahora bien, este insertarse en el entramado social no s

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