04 de marzo 2014

«Cuento de un Tonel»: La sátira de Swift

Al hablar de Jonathan Swift vienen a la memoria Los viajes de Gulliver, esa novela denominada por Terry Eagleton como “salvaje parodia” de las novelas de viajes, representada por Robinson Crusoe. En ambos casos, novelas capitales de la ilustración inglesa del siglo XVIII, donde Defoe y Swift “actúan como panfletistas políticos y persiguen también con sus novelas objetivos políticos” (Arnold Hauser 51). De ahí que Robinson Crusoe sea “una novela con un propósito social pedagógico” y Gulliver una “sátira de actualidad crítico-social”, ambas, “casi y nada más que propaganda” (Hauser 51). Esta última, una sátira ya ensayada y desplegada a su antojo por Swift en Cuento de un Tonel, donde apunta y dispara, por un lado, en contra de las instituciones del saber, política y religión, y por otro, hacia las bases de la modernidad.

Swift, la edición crítica y un tonel

La presente edición crítica y traducción de Pablo Oyarzún y Francisco de Undurraga, apela a un lector entregado a una lectura atenta y minuciosa, letrada y filológica, de la mano de quien edita, comenta y traduce. En general, una “edición crítica permite restituir la dimensión histórica del texto” (Colla 182), establecer relaciones filológicas, semánticas, biográficas y textuales, con el contexto. En parte posiciona cruces, encuentros, confluencias, articulaciones que una primera lectura no repara. En ese camino se encuentra esta edición de Cuento de un Tonel

Una edición estructurada en torno al texto base de Jonathan Swift, presentado en solitario por los editores (en otras ediciones aparece junto a otros textos: Batalla de los libros y Operación Mecánica), con el fin de ofrecer una “versión crítica todo lo rigurosa que nos fuese posible” (5). A su vez, el prólogo busca enfatizar esa idea y puntualizar aspectos formales de la edición, tanto de contenido como de traducción. El libro cierra con dos textos críticos escritos por la pareja de editores/traductores. El primero “Soberbia impostura: sátira, sentido común y escepticismo en El Cuento de un Tonel de Jonathan Swift”, de Pablo Oyarzún, y el segundo, “Ese feliz embustero que no era Jonathan Swift… o los devaneos del invitado de piedra”, de Francisco de Undurraga.

Cuento de un Tonel abre con una serie de dedicatorias, en las cuales se invoca y provoca al lector, como cuando se afirma que “en general corre una Ironía a lo largo de la Hebra del libro entero, que los Hombres de buen Gusto notarán y apreciarán” (26), esbozando cierto sarcasmo y duda en cuanto a las habilidades de este. Luego manifiesta que “el Ingenio es el Don más noble y provechoso de la Naturaleza humana, así también el Humor es el más agradable”, por lo tanto, quienes no se entreguen a ninguno, estarán expuestos a los “Azotes de ambos” (31).

En el “Prefacio” explica el sentido que rodea al título del cuento. Comenta que los marineros al toparse con una ballena lanzan un Tonel vacío para “distraerla de arremeter con violencia contra el navío” (43). En esta parábola la ballena es leída como el Leviatán de Hobbes que “juega y hace saltar todos los demás Esquemas de Religión y de Gobierno” (43). El barco es la República, mientras que el Tonel es la distracción, por cierto, funciona como metáfora de todo lo que mantiene distante a los Leviatanes monstruosos del poder y de las bases que lo sustentan. No obstante, para Swift, lanzar el Tonel no es el signo de complicidad con el poder, por el contrario, desde la sátira manifiesta su distancia. Según Oyarzún y De Undurraga, la expresión “tale of a tub” designa “el cuento del tío”, “un cuento chino”, en sí, “un discurso que lleva propósito de timo o de embuste”, una crítica latente levantada desde la sátira como proyecto escritural.

Once secciones y una conclusión son estructuradas a partir de una serie de Digresiones (una de ellas la Sección VII. Una digresión en alabanza de las digresiones) y Cuentos que, por un lado, dejan en evidencia el timo o intento de este, y por otro, escenifican una crítica explícita. De este modo, en la sección I, “La Introducción”, se apunta a los métodos que permiten la “Realización de esta gran Obra”: el Púlpito, la escalera de Cadalso y el tablado de Charlatán. En la Sección IV, se relata el cuento de Mi Lord Pedro, proyectista y virtuoso, ambos ingenios de la ciencia moderna, vacuos, sin “aplicabilidad práctica” (181). En tanto, la Sección III y V ofrecen lineamientos claros del proyecto moderno, embestido por Swift desde la ironía y la sátira.

Lo moderno, los críticos y la sátira

Lo moderno y la concepción de crítica encuentran eco confrontacional en la sátira de Swift. Así, lo moderno es uno de los ejes relevantes articulados en el Cuento de un Tonel, en tanto lectura y crítica respecto del vínculo o ausencia de lo antiguo en la Ilustración. Un problema que intenta dar una vuelta de página al Clasicismo del siglo XVII y dar paso a la Ilustración en el XVIII. Ese desdén por lo pasado queda expuesto en la Sección III cuando el narrador ironiza sobre su “Cortedad de Memoria”, sarcasmo que según Oyarzún y De Undurraga, corresponde a la escasa ponderación del pretérito por parte de los modernos.

El sarcasmo y la ironía se hacen evidentes en el texto cuando se erige la falsa enunciación del epíteto “ilustre” para nominar a los Modernos, los que, en palabras del narrador, “han eclipsado las débiles y vacilantes Luces de los Antiguos y los han expulsado de la Ruta de todo Comercio de Moda” (89-90). Lo insigne en el individuo moderno radica en apagar las luces de lo antiguo, como crítica expresa a uno de los rasgos ilustrados primordiales.

Otro eje fundamental es articulado a partir de las reflexiones irónicas en torno a la crítica y sus ejecutores, por ejemplo, esos “buenos Señores los Críticos” (71), distinguidos como tres especies diferentes, primero, quienes hacían reglas para sí mismos y el mundo; segundo, los “Restauradores del Saber”; y tercero, el “Héroe nato”. Eje que complementa con la comparación ligada a lo animal del crítico, el cual es percibido como: “Cazadores de Aves”, certeros a la hora de cazar a su presa en primera instancia; la Rata que ve el queso, acecha a los “Escritores más nobles” (77); un Perro en un festín, “propenso a gruñir cuando hay menos huesos”

Un tercer eje la sátira, esa que a fines del siglo XIX expresa, según Fredrich Schiller, la contradicción entre la realidad y el ideal del poeta (en Viñas Piquer 253). Antes, Jonathan Swift, según Oyarzún y De Undurraga, se apropia de distintas influencias, fuentes o motivos de la tradición satírica, de las Sátiras de Horacio, de la falsa Historia verídica de Luciano, de Erasmo, de Rabelais, de Montaigne, de Cervantes, de la cual, Cuento de un Tonel, se presenta como “la pieza más rebelde a toda clasificación” (6).

Para Swift, la Sátira deja en evidencia al lector que no comprende el dardo lanzado en su contra, es decir, “es una clase de Espejo donde los que miran descubren por lo general el Rostro de todos menos el suyo” (13). Para Oyarzún y De Undurraga la sátira, “[n]i inocua ni inocente”, “es un compuesto de irrisión y seriedad” (10), lo cual en el cuento encuentra articulación en la “disposición paródica” que lo torna “especialmente inquietante” (10). De Undurraga agrega que, al igual que en sus predecesores, la sátira es “un mecanismo de confrontación y denuncia de su realidad histórico-social” (248). Oyarzún apunta el tono agresivo y violento de la “invectiva”, que ataca lo que el autor “considera ofensas intolerables a la moral, los principios y las creencias que debieran mantener al mundo y a los seres humanos en orden. A la vez, tiende una trampa al lector, quien debe discernir con perspicacia el juego en que se lo involucra, al precio de quedar del lado de lo que se fustiga si su discernimiento falla” (205). La sátira, por intermedio de la retórica de la contradicción erige una crítica feroz y de careo latente.

 

Esta edición crítica

En general, la edición crítica de Cuento de un Tonel, pone de manifiesto un trabajo contundente y riguroso, de gran calidad investigativa, crítica y filológica, único en tanto traducción, sobre todo una propuesta que enriquece una obra cuyo origen la ve nacer en espesor cultural y literario. Una valiosa edición crítica que convoca a los lectores a acercarse a uno de los hitos de la literatura. Una edición que viene a levantar el escaso interés de los editores chilenos por la edición crítica de literatura clásica extranjera.

 

BIBLIOGRAFÍA:

-Colla, Fernando. Archivos. Cómo editar la literatura latinoamericana del siglo XX. Poitiers: CRLA-Archivos, 2005.

-Eagleton, Terry. La novela inglesa. Madrid: Akal, 2009.

-Hauser, Arnold. Historia social de la literatura y el arte. Barcelona: Debate, 2003.

-Viñas Piquer, David. Historia de la crítica literaria. Barcelona: Ariel, 2002.

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