02 de septiembre 2018

El penúltimo Ismo

A) El poeta pintor Roberto Matta miraba sonriente una ventana que daba al pequeño bulevard. Breton acababa de decirle que no tenía nada + que hacer con los Surrealistas.

-Yo estoy por el Infrarrealismo, que no sé lo que es pero me viene bien para definir por unas horas mi pintura y mi propio sur.

B encendió su gitanes y el silueteo de su propio rostro le acompañó en el asombro por el pintor chileno. El mismo que también “nombraría” en Ñú YOrk al “Expresionismo Abstracto”. Quizás con J. Pollok ofreciéndole un wiski y la tele en mute con King Trump bailando con la rubia Jaker, en el congelado lago del guardián del centeno.

B) El Penúltimo “Ismo” aflora en la tremenda novela “Los Detectives Salvajes”, donde un grupo de poetas mexicanos y chilenos deambulan por el DF. En la novela son los “Real visceralistas” y tienen por punto de fuga y búsqueda a una poeta de nombre Tinajero en el norte mexica en el punto máximo del parir la chancha con el gringo.

De los gringos los Infras beben hasta el delirio de los beat, especialmente Mario Santiago, el poeta brasa del fuego que comienza. A los caminos. Déjenlo todo. Leen con pasión de los peruanos Hora Zero. Movimiento literario que, como todos, aspiran a un manifiesto Infra. Brotan dos, uno de Roberto Bolaño y el otro de Mario Santiago. Son los setentas y los poetas jóvenes se dedican a recorrer, a conversar, a joder, a leer.

Beatniks + Rimbaud… déjenlo todo y a caminar + Hora zero + la vírgen de Guadalupe = Infrarrealismo.

C) Los hermanos Montané, mis entrañables cuates del alma y de la calma, son los que cobijan a Bolaño y a Santiago y los desconocidos de siempre y en un atardecer cuate cuaja el brote en el lago del DF.

Se enciende una estrella distante hacia los interiores. Presintiendo otro idioma para el mundo. Con la navajas en los bolsillos de las chaquetas. Pudiendo escuchar la carcajada de Brumonk. La sonrisa de inmenso cactus de Hermosillo de Álvaro Muller, el + cercano al silencio + que pinta con su niño y fuma sus humos como adolecente buscando quipu.

Los penúltimos Ismoetas tienen en una de las carpetas de sus secretos a voces entradas a tocatas musicales desde fines de los setenta en Barcelona.

Y la poesía de Brumonk ahora se juntó en un libro que se llama EL FUTURO. Antes recordó que había visto a Harrington y Rosita mirando absortos unos petroglifos en alguno de los cuadernos de piedras musicales de la Andinia del Ártico al Antártico.

Así se expandió el penúltimo Ismo desde el Oso Yogui a Jeremy Button, desde la Maga a Auxilio Lacouture.

En el fondo era darse tiempo para el silencio mientras pinta. Materiales sencillos. Para el bullicio de leerse y releerse en un murmullo que se transforma en ronroneo. La música de los hermanos Muller.

De los ismos dice que le queda el sismo, venido directamente de los terremotos y del silencio feroz entre las rukas y los adobes rectangulares.

Son los ismos de mis millones de morenos deambulando exiliados de sus lares. Ecos entretenidos de la canción cuando pase el temblor por Santiago, Buenos Aires, Talca, Valparaíso, DF, Barcelona.

Los barrios de la misma ciudad personal.

La relectura de las palabras percutidas.

Hay un mero estar siendo.

Respirando en las sillas silenciosas de Comala por las tardentras.

Leyendo entre chincoles que buscan al tío Augustín.

 

 

Imagen: Fotograma de «¡Viva México!», de S. Eisenstein.

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