31 de agosto 2011

El tiempo recobrado

Es alrededor de esta imagen atrapada en las marchas de los estudiantes que mostramos y hablamos sobre los latidos de la calle con alusión al tiempo, a las imágenes que han puesto en ella los estudiantes, al “tiempo recobrado” que trajo la rebelión del coro.

Tan cerca y tan lejos. Tan cerca de una tragedia griega como de un blue de Miles Davis esta imagen de las marchas estudiantiles y tan lejos de otras escenificaciones de la Nación. De esa enorme bandera que inauguró la transición, tendida sobre la superficie de la cancha del Estadio Nacional. Estábamos contentos de poner fin al miedo y sacarnos las botas de encima. Algunos, con un dejo de preocupación pues el símbolo patrio tapaba, cuan grande era, todo lo que había debajo antes del fin de acto. A saber, nuestra sociedad, el pueblo, los chinchineros, los artesanos, los indígenas, los obreros, los vendedores de mote con huesillo, los de remolinos, los estudiantes, las mujeres, campesinos y muchos más.

En manos de esta joven de la fotografía, con los sones de saxos y trompetas de una  jazz band, la imagen de la bandera de los estudiantes en la Alameda muestra el sepelio del proyecto de educación gratuita, laica y republicana que desde fines del siglo XIX nutrió el proyecto nacional: evoca el luto de su tragedia llena de silencios, de desplazamientos, de impotencia, de complicidades y de su fuga a las virtudes del mercado. Como símbolo de la Nación, no es la misma del noventa, la de ese Estadio Nacional repleto de personas que celebraban la Democracia.  Es el sepelio de la Nación en su proyecto educativo republicano.  Cuánto costó a nuestra sociedad construir esa educación. Cómo se opusieron desde el siglo XIX las elites y la iglesia a la educación laica y gratuita. Recordemos.

Bueno es colocar hoy como lo han hecho en las marchas los estudiantes, un punto de partida de esta historia de fuga de la educación pública a las virtudes del mercado. Como ya dijo José Nun en los ochenta cuando los nuevos movimientos sociales emergían bajo las dictaduras militares, treinta años después  emerge una nueva “rebelión del coro” capaz de interceder ante “el tiempo perdido” ofreciendo una extraordinaria lucidez armada de argumentos, escenificando las sombras del presente.  “El recuerdo –escribía W. Benjamin en El Narrador– funda la cadena de la tradición que sucesivamente transmite lo acontecido de generación en generación. Es el elemento inspirador de la épica…”.

Tan lejos de la épica como cerca del mercado, entremedio, las escenas en TV con gran cantidad de banderas brillantes bordadas de escudos que rezan: “Por la razón o la fuerza” los mensajes del Señor Presidente y su ministerio, sordos a la calle, las plazas, a los parques poblados de multitudes, ciegos frente a un país con jóvenes en huelga de hambre que se niegan a comparecer al sepelio de la educación pública.

In memoriam de Raúl Ruiz

Fotografía: Óscar Tatán Navarro.

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