25 de noviembre 2013

«La ética de Rojas fue convertir la injusticia en motivo de ira y rebelión»

 

Entrevista exclusiva al escritor argentino, Ricardo Piglia. A raíz de su reciente reconocimiento con el Premio Iberoamericano de Narrativa Manuel Rojas 2013, Carcaj le realizó las siguientes preguntas y este las responde citando a Roberto Arlt y hasta imaginando un posible diálogo entre ambos.

– Manuel Rojas nació en Argentina por accidente, pero esa condición de escritor extranjero y trashumante, pareció determinar involuntariamente su escritura. Sus novelas, principalmente, la tetralogía de Aniceto Hevia –Hijo de Ladrón; Mejor que El Vino; Sombras Contra el Muro y La Oscura Vida Radiante–, dan cuenta de la construcción de un personaje que es por extensión de su propia vida. ¿Cómo se explica, desde su perspectiva, esta extrañeza de origen en algunos escritores como Roberto Arlt, con quien usted lo ha emparentado?

Saul Bellow, contaba que encontró su estilo el día en que decidió escribir a partir de su lugar como hijo de pobres e incultos inmigrantes judíos, sin  dejarse intimidar por las reglas jerárquicas del  establishmente  cultural, y así encontró su voz propia  y su lugar en la literatura. Arlt y Rojas son de esa estirpe; no eran herederos de una cultura: la construyeron a partir de un lugar desplazado y menor. Los dos demuestran que el arte no está nunca garantizado y que los buenos escritores hacen su obra con lo que tienen a mano.

 

– Rojas dada su condición de inmigrante, pobre y autodidacta se formó leyendo folletines, libros robados, malas traducciones españolas de literatura universal y adhirió tempranamente al anarquismo, tanto que sus primeras colaboraciones fueron columnas ácratas. ¿Cómo cree que influyeron en su escritura estos referentes?

Vuelvo a lo que decía antes. No hay ningún modelo establecido para definir la  formación de  un escritor: la clave es cómo usan lo que hay. En el Cono sur nos hemos acostumbrado a hacer todo con poco, sin quejarnos, ni lamentarnos por la lejanía. Claro que, como dicen en el arte de la tauromaquia, el coraje de los toreros se da por sentado, no se habla de eso sino del estilo y la gracia; lo mismo pasa en la literatura con el talento de los escritores, debe estar sobreentendido. Y el talento –the gift como decía Nabokov– le sobraba a Manuel Rojas.

 

– En su libro Formas breves, refiriendo a un cuento de Jorge Luis Borges, usted afirma que “Recordar con una memoria extraña es una variante del tema del doble, pero es también una metáfora perfecta de la experiencia literaria”, ¿sirve esa visión del objeto literario, para vincular libros fundamentales de nuestra tradición, como son Hijo de Ladrón, de Rojas; Eloy, de Droguett y hasta Nocturno de Chile, de Bolaño?

Creo que sí.

 

– Su pudiéramos cruzar algunos datos, así como Volodia Teitelboim en el capítulo “Uno de Boedo llamado Manuel Rojas” de su libro sobre Borges, relata el encuentro con Arlt llorando en un banco de la Plaza de Armas en Santiago, a fines de 1941, podemos suponer que pudo haber existido un encuentro también por esas fechas con Manuel Rojas, dado que este frecuentaba el diario El Siglo y la editorial Zig-Zag donde se publicaron los cuentos africanos, El criador de gorilas. ¿Cómo habría sido una conversación entre ellos?, ¿puede llegar a imaginarla?

Me puedo imaginar ese diálogo a partir de la ética común que define a Rojas y a Arlt: nunca hay que justificarse, ni arrepentirse, no hay que quejarse, nunca hay que hacer el papel de víctima, hay que convertir el delito, el error, el dolor, la injusticia en motivo de ira y de rebelión. Ese diálogo podría ser una versión rabiosa de Esperando a Godot: Rojas y Arlt en el andén de una estación de ferrocarril vacía, en medio del desierto, esperando un tren que nunca llega, mientras discuten, se ríen y se rebelan contra el estado del mundo (y del servicio ferroviario).

 

-Finalmente, ¿cómo recibe este reconocimiento?, y dado lo reciente de este Premio, ¿de qué manera cree que este ayudará a relevar la obra de Manuel Rojas en Hispanoamérica?

Me ha alegrado que el premio lleve el nombre de ese gran escritor al que descubrí a los veinte años. Como José Revueltas, José María Arguedas, Roberto Arlt o Graciliano Ramos, Manuel Rojas forma parte de una gran tradición de la narrativa latinoamericana que persiste –y persistirá– más allá de las modas, mientras exista nuestra literatura.

 

 Roberto Contreras, Director de Carcaj.

Noviembre de 2013.

(Santiago de Chile, 1975) es profesor, escritor y editor. Ha realizado publicaciones en diversos géneros (novela, poesía, crónicas, crítica literaria) como colaborador y editor en revistas La Calabaza del Diablo (1998-2005), Lanzallamas.org (2006-2010), Carcaj - LOM Ediciones (2010-2014) además de tallerista de fomento lector por editorial Zig-Zag desde el año 2015. Ha impartido charlas dentro y fuera del país de Chile en torno a sus proyectos y los soportes actuales de la literatura / Mail: unmejorlector@gmail.com

1 comentario

  • Lo que comenta Ricardo Piglia sobre Manolo, al parecer ofrecido con la admiración y el respeto de uno quien -más allá de ser premiado de la Fundación- habría podido ser amigo de él, demuestra cómo y cuánto Manolo vive y seguirá siempre con nosotros. Me gusta imaginar un diálogo entre los dos.

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