27 de marzo 2012

La planetaria obra de Neruda

Sobre El Mar y la Ceniza, de Alan Sicard, especialista en la obra de Pablo Neruda, que reúne textos acerca de la obra del vate que datan desde 1989 (La palabra silenciosa) hasta el 2008 (Chivilcoy, transeúnte de la posmodernidad). Estos escritos sobresalen por las variadas miradas y cruces en que Sincair lee la obra de Neruda.

Este texto compilatorio, que acaba de publicar Editorial Lom, se inicia con un breve preámbulo para luego dividirse en cinco partes: “El Yo nerudiano”, “Poéticas”, “Lecturas cruzadas”, “Navegaciones y regresos”, y, por último, “Variaciones en torno a dos poemas”.

La obra de Neruda es planetaria, no sólo porque año a año salen nuevas tesis académicas del poeta chileno en distintos lugares del mundo, sino porque además estamos hablando de una obra extensa y monumental. Neruda, es un continente, que contiene variadas regiones y climas dentro de su propia obra y este libro nos entrega generosamente la posibilidad de aproximarnos a uno de los poetas más importantes de América.

El autor advierte que eludirá acercarse a la obra de Neruda desde el aspecto biográfico, señalando una excepción en un par de ensayos. Esta primera tensión desde ya es atractiva, porque como añade el mismo Sincard, la obra del poeta de Parral es eminentemente autobiográfica. Sin embargo la opción del autor es audaz, pues busca su legitimidad en la automitificación que, desde el comienzo, Neruda hace de sí mismo y de su poesía y de la cual el concepto de sujeto biográfico sale profundamente subvertido.

La primera parte del libro,  El Yo Nerudiano, nos invita a explorar la doble modalidad y el doble comportamiento poético que determina el Yo en la obra de Neruda. El ensayista advierte que tiene la ambición de aclarar los malentendidos que hubo y sigue habiendo en torno a la poesía de Neruda y la psicologización del ego. Debo confesar, como primera cosa, que como poeta, me sentí muy curioso de esta indagación, pues sé perfectamente que Neruda ha sido etiquetado como un poeta del Yo, de la primera persona singular, que ocupa un sitio más que destacado a la hora de comunicarse con el Otro. Esa crítica, negativa o positiva a estas alturas, da lo mismo el tinte de la calificación, ha estado presente y se relaciona estrechamente con el  papel de sujeto biográfico que ha (ob)tenido Neruda, dentro de la poesía chilena e Hispanoamericana. Pero no vayamos tan lejos. Sicard reconoce el carácter omnipresente del poeta en todos sus libros, y que además toma como frecuente recurso la autoreferencialidad. Sin embargo la primera incisión que detecta el autor está en Canto general, ese Yo, argumenta enfático, no es ninguna aberración ideológica, sino que –aclara– es la superación de una contradicción que ha venido madurando los diez años de escritura de Residencia en la tierra.

La reflexión acerca del Yo nerudiano de Sincard, nos conduce hasta la denominación de egoexcentrado, ya no el acostumbrado egocéntrico, sino que se refiere a un ego en crisis, que contiene su propia negación y que aspira a su disolución dentro del mundo: la materia, la historia.  Desde ahí el profesor nos propone dos modalidades del Yo nerudiano con la materia: Un Yo Sumergido y un Yo dinámico.

Estas cuestiones específicas acerca del carácter del sujeto textual de Neruda, para algunos lectores pueden resultar agobiantes, sin embargo para los mismos poetas que hoy se mantienen en ejercicio de escritura, me parece, tienen un interés del que es necesario indagar. Digo esto porque el ego hiperdesarrollado, el individualismo, el culto a la persona, es quizás lo más frecuente que ocurra, no sólo en la literatura sino que también en otras áreas de las artes. Digamos que funciona un sistema socioeconómico perfectamente aceitado, que apunta hacia el personalismo en desmedro de lo colectivo, asociativo, cooperativo. La poesía hoy, muchas veces parece fruto de una personalidad y de un carácter, y no de un trabajador (artista) de la palabra, como diría Enrique Lihn.

Neruda material

Otro capítulo en el que quisiera detenerme es Poéticas, específicamente el ensayo Pablo Neruda: la poética de los objetos, que es un de mis preferidos dentro del libro. Al inicio Sicard nos previene, que es preciso ensanchar el marco de reflexión y situarlo también en el estatuto de la materia. Tomando como eje formativo, la toma de conciencia de Neruda por la guerra Civil de 1936, o sea desde el punto de vista de la materia, sería una materia definida por el trabajo humano y sus relaciones socioeconómicas que engendra. Siendo la guerra una de las situaciones más atroces en el que estas relaciones alcanzan su máximo fracaso. Y otro eje, es el no ideologizado, que el autor denomina “lo inhabitado”, que aunque resulte irrisorio, desde el punto de vista del marxismo ortodoxo, es la materia de la que el hombre está excluido de su definición y estatuto.  Todos reconocemos que dentro del imaginario cultural, Neruda es un poeta y coleccionista de fuste, basta conocer sus casas y colecciones de caracolas, insectos, libros, etc. Neruda siempre fue un poeta que se dejó seducir por la material. Por eso Sicard nos presenta sagazmente el texto de Neruda “sobre una poesía sin pureza” texto que conforma uno de los cuatro prólogos de Caballo verde para la poesía. Por cuestión de extensión se me hace imposible extractar este magnífico texto donde Neruda, por así decirlo, nos presenta parte de su cocina literaria, donde cuenta que los objetos deben ser observados profundamente en ciertas horas del día y la noche y que de esa observación detenida se desprende el contacto del hombre y de la tierra como lección para el torturado poeta lírico. El autor certeramente dice que mediante el desgaste de los objetos estos se humanizan y que el sujeto poético a la vez se objetiva: gracias a eso sale de su cárcel individual para salir al encuentro de la realidad. Sincard teje la poética de Neruda de los objetos de manera tan natural, que da la sensación de que es casi inaudito no percatarse de su contundente presencia.

Son varios los ensayos de El Mar y la Ceniza que sorprenden por su rigurosidad y compromiso con la obra de Neruda. A medida que el libro avanza podemos encontrar textos sencillos, que dejan un sabor grato en la lectura como: Neruda y Europa, Neruda Andalucía, ambos de corte más biográfico. Como también otros escritos de carácter imperdible, que invitan a pensar la poesía del poeta de Parral en comunicación y diálogo con poetas excepcionales como César Vallejo, Miguel Hernández, Walt Whitman.

El Mar y la Ceniza es un libro que logra formular una difícil combinación entre escritura de ensayo (más académica) y una escritura de autor (más alejada de la academia), sin abandonar en ningún momento la exploración reflexiva, como única herramienta para aproximarse a un poeta del que se ha dicho todo y que, sin embargo, aún no conocemos lo suficiente.

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