14 de julio 2010

«Las tecnologías han incidido en un lector de textos más que de libros»

Entrevista a Bernardo Subercaseaux.

Con más de quince años desde su primera edición, el académico y crítico literario hace una reedición de su emblemático título Historia del libro en Chile, abarcando desde la Colonia, la censura dictatorial, las políticas concertacionistas en torno al fomento a la lectura, hasta el mismísimo “maletín literario” y la actual proliferación de las llamadas “microeditoriales”, para dar al fin por cerrado su libro. Carcaj quiso conversar con él y saber hacia dónde van sus flechas.

Bernardo, ¿por qué reeditar este libro, considerando una proyección histórica que llega al 2010, en qué medida permite revisar la llamada “crisis del libro y la lectura”?

Considero que esta reedición es, más que una reedición, una edición definitiva. Ello por varias razones: se profundizó en temas no tratados en las ediciones anteriores, por ejemplo, en las traducciones durante el siglo XIX, también en la historia de la lectura o en la relación entre educación superior y libros, o en políticas públicas novedosas y recientes, como el maletín literario. Cubrir hasta el Bicentenario resultaba imprescindible, considerando que en estos últimos 10 años se han hecho plenamente presente dos fenómenos: la hiperinflación de la cultura de masas y la masificación de las nuevas tecnologías, lo que ha incidido –para bien y para mal– en el campo del libro. Todo ello se refleja en nuevos capítulos y en un total de casi 100 páginas más, considerando las ilustraciones.

En toda experiencia de lectura subyace una condición socio-histórica, ideológica, económica, en síntesis cultural, que determinará ese ejercicio, el que en algunos es una costumbre, en otros un posible acercamiento, y por último, para los más, una abierta indiferencia frente a una acción que no se realiza. ¿De qué modo esa visión del lector ha cambiado o se ha modificado en los últimos cincuenta años? ¿Podrías establecer algunos hitos significativos?

La Historia del Libro muestra claramente cambios en la valoración social del libro y la lectura. Por ejemplo, entre las décadas de 1930 y 1970, importan fenómenos como la movilidad social de sectores medios, el Estado Docente y el imaginario de transformación de la sociedad. Durante la Dictadura la censura, el anti-intelectualismo, la actitud de sospecha frente al libro, el nacionalismo estrecho, etc., de los que doy abundantes datos y ejemplos. Finalmente estaría la hiperinflación de la cultura de masas y los cambios epistémicos implicados en las nuevas tecnologías, fenómenos que han desperfilado al lector de libros y han incidido en un nuevo tipo de lector, un lector de textos más que de libros.

Validando que la formación intelectual se forje en base a la lectura, en materias de la más diversa índole, y que dicha educación ha sido desde la formación de la República, y más atrás todavía, cuando se forjara el proceso de Independencia, fruto del pensamiento de los continuadores de ese intelecto, ¿cómo podemos reconocer y valorar el papel del intelectual hoy, en circunstancias que, las diversas instituciones educativas (primarias, secundarias y superiores) deben lidiar con estudiantes cada vez más avezados en el estudio supeditado a internet, más que a la tradición ilustrada de un libro?

Yo diría que el conocimiento (que es diferente a la información) se forja en base a la lectura, y a procesos graduales y metódicos de estudio y reflexión. También en base a la curiosidad y al asombro. Preguntarse por el papel del intelectual hoy día resulta algo tan anacrónico, como preguntarse por el rol de los emprendedores en los años del Che Guevara o de la Guerra de Vietnam. El “estudio supeditado a Internet” dices tú. Más bien yo diría el chateo, twitter, blogs y recolección de información o datos, a veces incluso en el rincón del vago. ¿Es eso estudio? Percibo un deterioro de la tradición ilustrada en todos los niveles. ¿Se trata acaso simplemente de un cambio, como ha habido otros en la historia? ¿O de una situación que debiera alarmarnos? Creo que esta edición definitiva entrega antecedentes y reflexiones en uno u otro sentido.

 

¿Cómo se interpretan los índices de lectura actuales, en relación al discutible número de lectores y la proliferación de editoriales (microeditoriales, en su mayoría independientes y autogestionadas) en una sociedad donde el libro parece haber perdido su valor de uso cotidiano?

Los índices de lectura  y las investigaciones de consumo cultural sobre libros a las que hemos tenido acceso son, como señalas, muy pobres en sus resultados, y sin lugar a duda inciden en los problemas de expresión y lenguaje que han arrojado diversas  mediciones en el ámbito educativo y en general de  la población. A pesar de la proliferación reciente de editoriales (sobre todo de microeditoriales) el mercado del libro en Chile, comparativamente (con Argentina, España, México o Colombia) es muy reducido. La venta de una edición de 1000 ejemplares en un año es todo un éxito. Por otro lado el último libro de la saga de Harry Potter vendió varias decenas de miles de ejemplares en semanas, con un impresionante apoyo de marketing massmediatico e internacional. La interpretación de esta disparidad está en el último capítulo del libro, capítulo que se titula precisamente Bicentenario: paisaje cultural y editorial.

En ocasiones uno mira las bulladas políticas de Estado respecto al tema del libro y la lectura, y tiende a preguntarse cuánto en verdad interesa al Poder que la gente lea más, se instruya o genere un pensamiento crítico, por qué una cosa es leer y otra qué se lee en realidad. ¿Cómo evalúas los programas de lectura llevamos a cabo estos últimos 20 años en Chile?

En los últimos dos gobiernos de la Concertación se aprobó una Política del Estado con respecto al Libro y la Lectura, se trata de una política que incide en toda la cadena del libro y que de aplicarse plenamente, tendría a mi juicio, un impacto notable, no sólo en el campo del libro sino que en el de la educación. Hasta el momento dicha política no se ha aplicado, lo que de alguna manera muestra la paradoja de una falta de voluntad política para aplicar la política acordada por una instancia plural del Estado como es el Consejo de la Cultura, y los dos últimos Ministerios antes del gobierno actual. En la medida que se lleven a cabo programas de lectura o de donación de libros sin una política sistémica, que aborde todos los ángulos del tema, los resultados serán muy insuficientes. La prueba está en lo ocurrido con el “maletín literario”, tema que analizamos en detalle en esta edición.

 

Por último, sólo como conclusión, una cita que me gustaría pudieras confirmar o refutar: “Lo que hacen los libros es desgraciarlo al hombre. No conozco un solo hombre feliz que lea. Y tengo amigos de todas las edades. Todos los individuos de existencia más o menos complicada que he conocido habían leído. Leído, desgraciadamente, mucho. […] Si hubiera un libro que enseñara, fíjese bien, si hubiera un libro que enseñara a formarse un concepto claro y amplio de la existencia, ese libro estaría en todas las manos, en todas las escuelas, en todas las universidades; no habría hogar que, en estante de honor, no tuviera ese libro…” (Roberto Arlt, en “La inutilidad de los libros”)

Más que los libros yo pienso que es la vida la que desgracia al hombre, a fin de cuentas desde el mismo momento que nacemos nos vamos acercando al fin. Respondería a la frase de Arlt con un verso de Neruda y su contraparte. Libro, déjame libre,..cuando te cierro/abro la vida. Vida déjame libre…cuando te cierro abro un libro.

(Cabe señalar que la iniciativa de la reedición fue de la editorial, dada la ausencia de ejemplares y el marcado interés sobre la obra en estos últimos años, siendo necesario para LOM pensar en reeditarla, como una forma de actualizar también su contenido.)

Entrevista de Carcaj.

1 comentario

  • Interesantísima la postura del autor respecto al libro y la lectura en nuestro país. Debiera ser obligación de la editorial entregarle un ejemplar de este texto al Ministro de Educación y al del Consejo de la Cultura, para que encaminen sus pasos por la senda de lo que realmente hay que hacer en educación en Chile. Me impacta darme cuenta de que si hay verdades ten evidentes, que se nos estrellan en la cara, seguimos con los nefestos resultados en rendimiento y lectura en nuestros alumnos…

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