26 de diciembre 2018

Los cuadros falsos y los porotos ciertos de Luis Luksic y Pablo de Rokha

Los cuadros falsos y los porotos ciertos del boliviano Luis Luksic y Pablo de Rokha

 

Es sabido que en la enemistad entre Pablo Neruda y Pablo de Rokha el primero siempre intentó evadir la frontalidad de los ataques. “Aquí estoy”, el violento poema que escribió Neruda contra de Rokha y Huidobro cuando estaba en España fue firmado con seudónimo, y, por ejemplo, en un artículo de 1932 sobre Juvencio Valle, se refiere a de Rokha como el “mercader de cuadros”, sin mencionar su nombre. Lo llama así porque era conocido que de Rokha, que siempre tuvo que afrontar penurias económicas, solía viajar al área rural del sur cargado con sus propios libros y con cuadros que vendía casa por casa. Lo que es poco conocido es que al menos durante un pequeño periodo a mediados de los años treinta, quien pintaba esos cuadros, que reproducían obras del arte universal y que de Rokha vendía como originales en la provincia, era el poeta y pintor boliviano Luis Luksic.

Hace un tiempo, buscando información sobre este artista vanguardista boliviano-venezolano al que sigo el rastro desde hace años, me encontré con el blog de un viejo cirujano cochabambino llamado Gastón Cornejo, quien recopiló de forma desordenada y sin mayores señas un sinfín de citas de diverso origen sobre la vida y obra de Luksic. Amo esas riberas insospechadas del internet en donde quién sabe por qué motivos van a dar datos importantes, pero que por su desorganización y fragmentariedad están destinados a pasar casi desapercibidos. Sabía que Luksic había vivido en Chile durante algunos años en la década de los treinta y luego por corto tiempo como exiliado en los cuarenta. En Cantos de la ciudad y el mundo: poemas 1932-1947, el único libro de poemas que publicó en Bolivia, Luksic incluye un ciclo de poemas suyos escritos en Chile, y en ellos hace referencia a su vida allá. A parte de eso, no sabía nada más.

En su blog, don Gastón introduce tres citas referidas a la estadía de Luksic en Chile. Una proviene de “Marginal a la Antología”, la famosa crítica que Pablo de Rokha publicó en la prensa sobre la antología de poesía vanguardista Antología de poesía nueva chilena, publicada por Eduardo Anguita y Volodia Teitelboim en 1935. La otra proviene de una de las respuestas públicas de Vicente Huidobro a esa crítica y la tercera de las memorias de Teitelboim publicadas en dos tomos con el nombre de Antes del olvido en 1997. Cuando encontré esas citas me entusiasmé. Como era de esperar, las transcripciones apenas si daban alguna referencia del contexto. Eran versiones digitales del tipo de recortes de periódicos sin fecha que guardan las personas viejas en sus veladores. Conocía de nombre la antología editada por Anguita y Teitelboim y sabía que era una especie de reacción nacional al fenómeno de antologías vanguardistas a que dio lugar la famosa Índice de la nueva poesía americana, publicada por el peruano Alberto Hidalgo en 1926 con prólogos de Borges y Huidobro.

En La guerrilla literaria de Faride Zerán, de 1992, la autora describe la intrincada relación entre Huidobro, de Rokha y Neruda. Al final del libro, Zerán transcribe in extenso varios de los documentos que testimonian la pelea de los escritores, y entre ellos “Marginal a la Antología” de de Rokha y las respuestas que paralelamente le escribió Huidobro. En su crítica, Pablo de Rokha hila un larguísimo agravio de varias entregas periódicas contra Teitelboim y especialmente contra Anguita, a quien llama “sacristán, monaguillo y paniaguado” de Huidobro. En la primera entrega dice: “le recalqué [a Teitelboim] cómo me interesaba que se incluyese, substancialmente, la obra lírica de Winett de Rokha […]. Le indiqué en seguida los nombres concretos de algunos poetas interesantes para toda Antología: Guillermo Quiñones, Pedro Plonka, Gerardo Seguel, Zoilo Escobar Galaz, etc. y Luis Luksic, el singular escritor boliviano-santiaguino, de una gran alcurnia poética”. Esa no es la cita transcrita por Cornejo, la del blog aparece un poco adelante y dice “cuando Luis Luksic pidió el retiro de sus originales en sentido de protesta por la exclusión de algunos escritores que él estimaba valiosos, y son valiosos grandemente, y por la exclusión de sus poemas revolucionarios y de un ensayo de estética de carácter marxista, el Sanhedrín accedió gustosísimo”, a lo que de Rokha añade “Y no accedió cuando yo exigí los míos”.

De Rokha, como se ve, reclamaba a los antologadores su parcialidad respecto a Huidobro, reclamaba por el hecho de que hayan incluido menos poemas suyos en la antología. Les reclamaba además su “aburguesamiento”, pero principalmente que no hayan incluido a su esposa Winett, poeta que como muchos años después reconocerá Teitelboim en sus memorias, era efectivamente “una escritora sensible, muy válida”, y a otros poetas jóvenes como Luksic. En la carta de Huidobro citada por Cornejo en su blog, este le dice a de Rokha: “dices que yo me permito el lujo de hacer libros, caligramas, y poemas a costillas de los inquilinos de mis haciendas -que no existen. En cambio, tú das alaridos, escribes tus poemas, por decirlo así, y berreas tus prosas a costillas de tus compañeros que explotas indignamente como lo hacías ayer con Pachín Bustamante y hoy lo haces con Luis Luksic y otros”. Mas adelante añadirá (y esto no lo reproduce Cornejo): “Muerto uno explotas al otro, y así Luksic ha contado, llorando, a un amigo, cosas bien graves y enredos de enredos en que tú le has metido. No te importa que sea tu compañero, tu camarada, ni que haya sufrido persecuciones por su vida de auténtico revolucionario. Lo explotas sin piedad como podría hacerlo cualquier capataz de una mina de carbón. Y esto no es mentira, esto todo el mundo lo sabe. Es tu sistema y ya te lo refregó Neruda en un artículo […]”.

Este corpus de referencias ya es de por sí muy sugerente. La relación entre de Rokha y Luksic se muestra muy compleja. No se trataría de una simple amistad, sino que, como sugiere Huidobro, habría una relación de explotación, parecida, señala, a la que estableció de Rokha antes con Pachín Bustamante. Abelardo “Pachín” Bustamante fue un pintor santiaguino de la llamada Generación del Trece. Amigo de Juan Emar -quien lo menciona en alguno de sus escritos sobre arte-, Bustamante vivió en Europa a fines de los veinte y morirá a edad corta, en 1934. Su relación con de Rokha, que al parecer fue de mucha cercanía en cierta época, refleja el tipo de relación que el poeta tuvo con algunos pintores a quienes encargaba cuadros para luego venderlos. En el libro Memorias de memoria de Alfonso Calderón, el pintor Pedro Olmos recuerda “en Santiago encontré a de Rokha. Él y Winett vivían con Abelardo Bustamante (Pachín)” y más adelante relata:

“Hay una entrevista memorable de Pablo de Rokha a Pachín, en Suramérica.

– ¿No le parece, Pachín, que la Escuela de Bellas Artes debería estar en Collipulli?

– Si Pablo.

– No le parece, Pachín, que…

– Si Pablo.

– No le parece, Pachín, que…

– Si Pablo.

Un día llegó de Rokha con un género negro. Me alargó tiza, diciéndome: ‘hay que dar toques naturales como los japoneses. Aquí, la luna. Póngales agua para que la luna se refleje’. Luisita (Winett) ayudaba: ‘Ahora ponga una parejita haciendo el amor bajo un árbol’. Los bautizaba: Nocturnos. Pronto, demasiado pronto, salía a venderlos”.

Al parecer la relación de similitud entre Luksic y Bustamante sugerida por Huidobro se debería además a que ambos vivieron en algún momento junto a la familia de Rokha, en el caso de Luksic en su casa de la calle Caupolicán. Eso se confirma en otra de las citas transcritas por Cornejo, la de las mencionadas memorias de Teitelboim. Se trata de un pasaje llamado “El falsificador de cuadros” en el que Teitelboim relata una visita que hizo a la casa de los de Rokha para recoger los poemas que iba a incluir en la antología. Luksic le abre la puerta de la casa y lo invita a pasar a su estudio al aire libre en un patio interno de la casa que, me imagino, era un conventillo.

“- Siéntate -me dijo. Se instaló en la silla, enjugó el pincel en una pequeña caja de colores. Miró de hito en hito el libro de arte abierto. Luego prosiguió su tarea de copiar el cuadro reproducido en esa página. Pertenecía a un pintor holandés contemporáneo de Rembrandt.

Luksic me dijo:

– Aquí estoy ganando la vida.

– ¿Te la ganas copiando cuadros?

– Me la gano falsificándolos. Se venden como auténticos holandeses. Me hago el puchero copiando pintores flamencos. Retratos de potentados y cancilleres del gótico. No es tan sencillo. Hay que cuidar el detalle.

[…]

– Eres rápido. ¿Y eso lo haces en la casa del poeta? (Pablo de Rokha)

– Sí los hago por encargo suyo y para él.

– ¿Y qué destino les da?

– Me escrutó con una sonrisa compasiva, como si yo viniese bajando del cielo.

– Veo que eres medio caído del catre. Hay que presentarlos como auténticos. Él se gana así los porotos vendiendo sus libros auto editados y cuadros verdaderos o falsos por todos los lugares de Chile.”

A partir de aquí solo podemos inferir algunas cosas. La primera, respecto a la antología: de Rokha señala que Luksic decidió quitar sus originales de la antología porque no quisieron incluir sus poemas con contenido revolucionario. Sin embargo, Teitelboim señala en sus memorias que la idea de la antología ya estaba prefigurada desde su inicio para reducirse a solo diez autores. Es decir, según eso, nunca se consideró realmente la inclusión de Luksic. Probablemente los poemas que Luksic hubiera incluido en la antología eran parte de una colección que llamó “Novela Automática”, que como cuenta en Cantos de la ciudad y el mundo “se extravió en Santiago de Chile en 1935”. Es interesante pensar que habría habido la posibilidad de que un autor boliviano integre la antología más importante de la generación vanguardista chilena, pero no sería la primera vez que se excluía a la vanguardia boliviana de este tipo de antologías. Como desarrollé en otro artículo, ya en 1926 en la antología de Hidalgo, la poesía vanguardista boliviana también quedó postergada, probablemente por motivos personales. Poemas y grabados de Luksic, por otra parte, serán incluidos finalmente en la antología Poetas nuevos de Bolivia, editada por Guillermo Viscarra Fabre en 1941, antología algo tardía y que es sin duda la mas importante de la generación de la vanguardia boliviana.

También nos queda inferir sobre la situación material que rodeó la vida de Luksic durante sus años allá. Gastón Cornejo asevera que Luksic fue pariente de la familia Luksic Abaroa, una de las más ricas de Sudamérica. Los años de la estadía de Luis en Santiago concuerdan con la infancia de Andrónico Luksic Abaroa, patriarca y fundador del emporio familiar. Es decir, el artista boliviano vivió en Santiago cuando la familia todavía no había adquirido sus riquezas. Si la ligazón familiar de Luis con los Luksic Abaroa fuera cierta, se explica de todas formas la aparente situación de precariedad económica que el artista vivió en Chile. Sabemos que en su primer viaje Luksic fue a estudiar medicina, sin embargo, el contexto de su estadía es bastante borroso. Si es cierto o no que Luksic se quejó con el grupo de Huidobro sobre los abusos de de Rokha, la situación podría entenderse en el marco de la misma precariedad económica en la que constantemente vivía el poeta de Licantén. Mas allá de eso, cabe suponer que probablemente se mantuvo un lazo de amistad entre ambos. En 1946 de Rokha llegó a Bolivia, Luksic ya había salido al exilio, pero según señala el escritor Arturo Vilchis, Paz Nery, en ese entonces esposa de Luksic y madre de su hijo Carlos, fue parte de la comitiva que recibió al poeta chileno en La Paz.

La familiaridad entre ambas poéticas es evidente, y creo que la impronta rokhiana es una de las mas fuertes en la poesía y el actuar de Luksic, al menos hasta los años cincuenta. Ambos compartían su amor por Whitman, su convicción revolucionaria y vanguardista, y ambos cultivaban una estética fuertemente marcada por el culto a la sensibilidad popular, a la vida simple y el goce corporal del mundo. A su vuelta a Bolivia, a inicios de la década de los cuarenta, Luksic fundó el Partido Revolucionario de Izquierda, de contenido declaradamente marxista, y luchó contra el nacionalismo militar del gobierno de Villarroel. Como consecuencia debió huir a fines de esa época hacia Chile, después a Europa y finalmente a Caracas, donde, como en Santiago, fraternizará con algunos de los artistas más interesantes del medio, Aquiles Nazoa, Jacobo Borges y Juan Calzadilla, entre muchos otros.

 

Portada: ilustración de Luis Luksic

Boliviano. Doctorante en Historia en la Universidad de Stony Brook, Nueva York. Hizo una maestría en Literatura Hispánica en la Universidad de Cincinnati. Tiene publicados tres pequeños libros de tiraje corto y autoeditó varios fanzines de gráfica y poesía.

2 comentarios

  • Algunas consultas-comentarios al autor.
    – más allá de la peripecia anecdótica, adónde apunta tu investigación ¿a la historia, a la literatura?
    – la relación descrita entre Luksic y De Rokha es más de abuso que explotación. Pero ese equívoco muestra una vanguardia embebida de lenguaje (retórica) «marxista»
    – me interesa estudiar el odio que le tiene Nicanor Parra a Pablo de De Rokha, como se puede ver en el «Discurso de Cartagena». Aquí no se cumple que el enemigo de mi enemigo es mi amigo. Ahora entiendo las referencias-sarcasmos que dirige Parra a la «vanguardia»
    – cómo ves el transfondo político tras éstas guerrillas de egos, qué es el nivel donde habitualmente se queda el análisis.

    Agradecido y Saludos cordiales

  • Hola Rogelio. Asumo que el artículo puede enmarcarse dentro de los campos de la historia literaria y la historia cultural. En ese sentido, tiene como fin dar a conocer algunos de estos datos, que son muy poco conocidos tanto en Bolivia como en Chile. Pero también me parece interesante la textualidad del corpus de este entramado, por ejemplo el gesto de la falsificación de cuadros ¡Saludos!

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