18 de octubre 2012

Luis Cornejo: Un bravo en su barrio

Quizás transitar por el barrio Vivaceta en la actualidad sea, para algunas personas, recorrer un sector pintoresco de nuestra ciudad, aplastada por edificios que se imponen sobre los recuerdos. Para otros es un barrio donde los orígenes de una literatura socavada es la llama para encender un fuego de una narrativa atractiva, encantada, sobrecogedora. Dónde quedará ese recuerdo, vago y pendenciero, que maltrata a una joven. Lo más probable es que ya nadie lo tenga, y solo se halle en páginas amarillas de un libro abandonado y manoseado por putas y obreros. Los barrios bravos de una ciudad que cambia se han fragmentado en poblaciones y comunas abandonadas, donde la ciudad oculta a sus hijos bastardos para que la clientela turística no los vea, los anule con su negación.

 

Luis Cornejo: obrero y narrador

Los años pasan, 1955 es bastante tiempo transcurrido. En mi estante encuentro ediciones de libros añejos, de miradas frente a una capital que, al parecer ha abandonado a tantos narradores de antaño que dejan su legado en páginas ajadas de librerías de San Diego u otras librerías de viejo. Entre ellas encontramos a Luis Cornejo Gamboa.

Luis Cornejo, actor, dramaturgo, narrador, obrero, se caracteriza por sus orígenes humildes en los años ‘20 en un barrio popular de la gran capital: Vivaceta. Allí transcurre su niñez, coartado por la miseria y la pobreza. Ya en su juventud, se encandila con las luces, las tablas y el público, comenzando a penetrar en el mundo del teatro que dará frutos muy pronto tanto en la escritura, como en la actuación y dirección. Luego de su etapa teatral se traslada al cine, dirigiendo películas y documentales, tanto en temas sociales como universitarios. Pero de manera paralela, se dedicó a dos caminos más que servirán para construir un legado muy particular: obrero y narrador.

 

Barrio Bravo

Cornejo se caracterizó por cumplir un rol social dentro de la narrativa chilena, desde 1955, al publicar su libro Barrio Bravo, conjunto de relatos que se enmarcan en un espacio social del margen, que si bien ya había sido tocado por Godoy, Sepúlveda Leyton, Guzmán, Romero o Rojas, con él comenzaba a presentarse desde otra perspectiva. Luego que dentro del “realismo social” los sujetos de la periferia se apreciaban con un sesgo politizado, teniendo a la clase proletaria como portadora de la lucha, apelando a sus derechos y atacando las injusticias sociales. Los angurrientos, Hijuna o La sangre y la esperanza, marcaban los hitos y los pasos a seguir para desarrollar una literatura viva y real. Con Manuel Rojas, en cambio, ya se aprecia un quiebre en la tradición marxista o socialista que empleaban los narradores al presentar a los personajes, y es con Hijo de Ladrón donde se acrecienta ese cambio de perspectiva, al conseguir que los ojos del narrador ya no miraran desde “un arriba” a la sociedad, sino que se presenta desde una igualdad en la mirada.

Luis Cornejo sigue esta nueva perspectiva y nos muestra crudos relatos donde la valoración moral es distinta, y no existe un valor burgués para criticar esa realidad, sino que nos muestra la moral desde ese lugar que reconocemos como “el margen”.

El año de su debut literario contó con el respaldo de algunos críticos como Alone, Ricardo Latcham y Hernán del Solar, quienes redactaron favorables críticas en los periódicos donde ejercían su pluma filosa. Pero esto no ayudó para que las casas editoriales de la época se interesen mayormente en sus obras.

En Barrio Bravo, Cornejo proyectó los rasgos que se tornarían característicos de su obra: personajes oscuros y marginales, agobiados por las miserias de la vida urbana y las tribulaciones de una existencia azarosa. Los relatos publicados en la primera edición son “La cuatro dientes”, “Cuello de loza”, “El señor González”, “El Chicha fresca”, “el Capote”  y “Liberación”. Este último cuento fue reemplazado en la segunda edición por “El allega’o” y dará paso a la edición definitiva de este texto que llegó a las catorce ediciones.

Desde esa edición LOM publica el texto en sus colección “clásicos de la narrativa social” en 1999. Ejemplar con prólogo de Luis Alberto Mansilla y anexo de Alone con su crítica a la primera edición. Esta es la edición que utilizamos para comentar.

 

Crudos en los márgenes

En el Barrio Las Hornillas es donde ambientamos estas historias que nos evocan a un pasado no tan lejano, ya que las temáticas las podemos apreciar, hoy en día, en páginas de las crónicas rojas en diarios sensacionalistas. Pero que la pluma de Cornejo y su mirada la relatan desde la perspectiva interior de sujetos que observan su propia realidad. El engaño, la usurpación, el abuso, el incesto, las violaciones, los robos y encuentros magros, son algunos temas que podemos encontrar en dichos textos.

Tanto en “El allega’o” como en la “Cuatro dientes” nos muestra dos historias ubicadas en barriales y conventillos donde la muerte tiene su fin. Una mujer enferma por comer gallinas contaminadas por roedores y otra golpeada en una trifulca, son las víctimas del hambre y violencia.

En “El cuello de loza” relata una vida de un joven amante del baile que su vida girará en torno a él. Nada es más importante que ir a bailar con jovencitas empleadas en “Quintas de recreo”, donde sus trajes y peinados resaltan dejando de lado la vida y su cuidado. Similar es el caso de “El chicha fresca”, cuando un anciano abandonado, muere en la habitación de un conventillo dejando bajo el colchón una importante fortuna. Dinero que será clave para demostrar la vida efímera que se vive en los márgenes de la ciudad. Finalmente, dos relatos crudos donde el sexo y la violencia van de la mano, para subyugar al sujeto femenino. “El señor González” nos presenta una imagen de abuso e incesto cometido por el padre hacia sus hijas. A una la entrega como garantía para vivir en paz y la otra es víctima de sus deseos carnales donde la vida y el placer se unen sin cuestionamientos. “El capote”, agregamos, narra la violación masiva de un grupo de vándalos hacia una joven mujer que aspira a salir del barrio mediante el trabajo y estudio, pero que frente a los desafíos de su novio, deberá pagar dicho atrevimiento.

Cornejo nos presenta otra ciudad en los años ‘50. Una ciudad en donde todo es posible y nada sorprende, una ciudad de los márgenes donde sus personajes intentan vivir y sobrellevar las heridas de la periferia, el abandono social y humano. Un barrio es una construcción de sujetos, pero que son tan variados como lo es la vida, y tan efímero como una historia o mal chiste. Cornejo atravesó la tradición y nos mostró una cara oculta de la moneda, transformando así la literatura chilena, en una narrativa del margen que hoy, en donde las luchas sociales se arman desde los olvidados, sin perder su vigencia, constatando que sigue más viva que nunca.

Santiago de Chile, primavera 2012.

1 comentario

  • Mis mayores respetos para don Luis Cornejo, cuyos cuentos me han cautivo de una manera poderosa….
    Muy buen articulo…

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