30 de septiembre 2011

Recabarren: La capacitación revolucionaria del pueblo

Al abrir el libro Historia del comunismo en Chile. La era de Recabarren (1912-1924) nos encontramos con un extenso epígrafe. Se trata de una combinación de evocaciones textuales del Manifiesto Comunista de 1848 y de un artículo de Luis Emilio Recabarren de Abril de 1922; el primero preguntándose por ¿cuál sería la posición de los comunistas con respecto a los proletarios en general? Y el segundo, más categórico todavía ¿Qué es el Partido Comunista? Vistas así las opiniones, no sólo resultan una simple cita, sino que se entienden como una sentencia, que se presenta con rasgos de una analogía, algo que no puede pasar desapercibido por ningún lector. En ambas citas se define lo que podrían significar los partidos comunistas en la concepción original de sus fundadores. Y de eso habla este estudio de Sergio Grez, recién aparecido por editorial LOM.

La convergencia esencial de los contenidos formulados, puede representar la inspiración que el autor nos ha querido transmitir en el sentido que en ambos casos sus protagonistas originales marcaron como condición esencial, que los partidos comunistas debían ser siempre cualitativamente distintos de todos los partidos representantes de las clases dominantes y que debían tener como propósito, la abolición del sistema capitalista y todas sus lacras.

Grez aborda el objeto de estudio desde sus profundas y sostenidas motivaciones con una decisión quirúrgica, con una sólida pertinencia historiográfica, con una gran y permanente rigurosidad metodológica y una encomiable audacia política.

La historización del Comunismo en Chile

Por de pronto, se trata de historizar el comunismo en Chile en los inicios de su existencia como un movimiento social, con una voluntad política original de transformación de la sociedad de envergadura totalizadora, que garantizaba la emancipación de los trabajadores chilenos del capitalismo, tarea que sólo podía ser la obra de ellos mismos.

Para comprender los motivos que llevaron al autor a emprender esta investigación, hay que apelar a los objetos de estudio que han ocupado la atención de Grez, desde hace ya más de veinte años.  Examinado este trayecto, parece evidente que el motivo para abordar la historia del comunismo en Chile es casi una consecuencia obvia, casi inexcusable, no obstante constituir este objeto de estudio tan acotado y preciso, el de mayor complejidad, el más ambicioso y el más riesgoso por cuanto, al desarrollarlo, se va adentrando en la temporalidad histórica del presente.

La decisión del autor para abordar este objeto de estudio se refuerza con la pertinencia historiográfica de la investigación, que parece sustentarse en la evidencia verificada de lo que puede comprenderse como un vacío historiográfico,  que nos ha impedido enterarnos rigurosamente de cómo discurrieron los hechos que se sitúan en los orígenes  del pensamiento y la acción del comunismo en Chile, en particular del Partido Comunista de Chile.

Se trata de un gran vacío que, no sólo debe ser cubierto por la historiografía, sino también requiere ser historizado  en si mismo, porque se dilata y expande como un componente muy importante del olvido y de la amnesia de la capacidad de representación política y poder transformador del sujeto popular chileno, no obstante su expansión y ascenso en los años posteriores.

El trabajo que presentamos hoy entra, con decisión y a pesar de los riesgos que ello implica, en el debate con las posturas que han pretendido dar por excluida de lo social, la voluntad política de los sectores populares expresada en partido, en organización política y en una praxis ciudadana que cubrió desde Recabarren y sus camaradas, con carácter de fuerza motriz,  los espacios y escenarios públicos chilenos durante la mayor parte del siglo XX y que hoy parece reavivarse una vez más.

Una vértebra del movimiento popular

Grez decide hacerse parte de este esfuerzo por hacer una historia política de lo social, por historizar la existencia y rol de los comunistas como conciencia y organización vertebral del movimiento popular en Chile y así resuelve enhebrar una investigación profunda,  alejada de los bucles intelectuales, apegada en todo su trayecto a la praxis y a los hechos fundados, superando los sesgos preexistentes y las descalificaciones de cierta historiografía crítica que han terminado finalmente contribuyendo a los propósitos del olvido intencionado, de la genuina historia de las luchas por la emancipación del pueblo chileno.

Al historizar en sí mismo el vacío historiográfico demostrado,  es posible advertir su vinculación con la intención de desarmar la historia del movimiento popular chileno, debilitar la memoria de sus luchas, separar artificiosamente lo político de lo social, desheredar al presente de sus tradiciones emancipatorias.

Este libro y la saga que culmina nos muestra que, ante el vacío y la insuficiencia del conocimiento histórico acerca de Recabarren  y del Partido Comunista del que fue su fundador, el autor insiste en afirmar las bases de una historia social de la política, como un instrumento eficaz de la historiografía para desmistificar la historia de Chile, para legitimar al  movimiento popular y sus organizaciones e instrumentos políticos, más allá de sus errores  y sus derrotas.

Al cabo de estos últimos cinco lustros en que parece haber sido tan necesario y conveniente para los sectores dominantes, borrar del discurso y la memoria toda mención no agraviante de la genealogía republicana e insurgente del movimiento popular, aparece esta investigación que, a juzgar por su título y  fecha de término del período estudiado, deja marcado al autor con el compromiso, tal vez  inexcusable, de continuar su línea de investigación, más allá de la muerte de Recabarren.

¿Cómo opera y cuál es su vigencia en el presente?

Ir a buscar el pasado desde el presente, hacer de lo acontecido lo aconteciente, no desde teorías predefinidas, sino desde la observación rigurosa del discurrir de la praxis social y política de lo examinado, es la condición necesaria para hacer del conocimiento histórico así generado, un instrumento  de operación sobre el presente.

Este compromiso del autor tiene para mi el sabor y el significado de una aventura de alto riesgo para cualquier historiador porque pareciera que cuando el pasado, invitado por una curiosidad contrahegemónica  del presente, se acerca mucho a la existencia de la conciencia que lo invoca, se revistiera de los sesgos que amenazan los dominios del conocimiento, a través de las desviaciones hagiográficas o apologéticas de las “historias oficiales”, que se advierten tan necesarias para controlar la rebeldía insurgente permanente de la ciudadanía o para mantener la dominación y el adocenamiento de las clases subalternas, por medio del imperio del “sentido común” o la naturalización de los procesos históricos.

El texto de Grez muestra cómo las vertientes de origen libertario, demócrata y socialista que pueblan el discurso de Recabarren y su conducta, se encuentran no sólo en la raíz genuina de la praxis original del comunismo chileno, sino también en el alumbramiento del pensamiento de Salvador Allende, de la Unidad Popular y del actual  movimiento social en expansión.

La convicción de los fundadores de que la clase trabajadora debe convertirse  en una fuerza dirigente del conjunto de la sociedad chilena, no proviene entonces de ningún elemento exterior a su propia praxis, sino de la firmeza del desarrollo de su conciencia de historicidad lo que resulta revelador de una radical concepción de la democracia, que le concede una sólida vigencia en el presente de la situación política y social de Chile.

Los tiempos históricos son complejos y diversos

El libro de Sergio Grez aparece en este año 2011, tiempo promisorio, en el que un nuevo movimiento social reciente ha emergido en los espacios públicos nacionales, disipando el desaliento y devolviéndonos las esperanzas de reaparición de la soberanía ciudadana y de una nueva forma de hacer política en Chile.

Se trata de una curiosa y atractiva sincronía, entre la memoria del movimiento obrero y popular, la memoria del sujeto social expandido del siglo XX  y  el inconsciente colectivo encarnado en las nuevas generaciones ciudadanas.

Los resultados de la investigación de Grez aparecen pues en el mejor escenario imaginable, que le podrá franquear a la historia social del futuro los cauces de su pertinencia o relevancia histórica, en la medida que el valor heurístico del conocimiento histórico rescatado, validado, hecho fundamento histórico, deje el ámbito del paraninfo académico y sea consumido, realizado, expresado en partido,  incorporado a la inspiración de la praxis social colectiva.

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