30 de mayo 2010

Una mirada a la República a la luz del Bicentenario

Nos atraen la cifras cerradas: 10, 100 ó 200 años en este caso, el Bicentenario. Y los Medios de Comunicación instalan el concepto, incorporándolo en el discurso cotidiano de forma invasiva. La celebración de la República es una idea que puede abordarse desde diversas lecturas, como una invitación a participar a toda la comunidad chilena, una convocatoria donde el punto de encuentro se daría en todos los ámbitos, sin exclusión, con un sentido homogéneo absoluto. Las reflexiones que nos guían son abundantes, desde qué se entendería por República, desde considerarla un concepto cerrado sin lugar a equívocos, hasta diversas interpretaciones sobre ella y distintas miradas de esta definición.

Dentro de las múltiples creaciones humanas la expresión organizativa de una Nación es sumamente compleja, pues aborda el cómo se manifiesta en lo territorial y la comunidad de voluntades. El elemento cultural no es ajeno y el devenir republicano es una construcción en constante desarrollo que se expresa en un ethos. La celebración del Bicentenario no escapa a ello, y, obviamente no haremos mención alguna a las diversas interpretaciones que se producen si es o no Independencia, debate o aclaración que al menos mediáticamente no tiene cabida hoy.

Tal como sucedió hace un siglo, el debate sobre en que pié estamos se repite en la actualidad. El detenerse y mirar qué había sucedido hasta 1910 para analizar y corregir el rumbo si es necesario. Hoy, dos siglos más tarde, estamos en la misma disyuntiva, más allá de las celebraciones de carácter estético, está el fondo de la cuestión, mirarnos y analizar cómo lo hemos hecho y cómo lo estamos haciendo en la creación constante de esa República. Esta convención cultural de los dos siglos nos debe permitir desarrollar la capacidad de análisis, al igual que los revisionistas de comienzos del S.XX.

Si acertamos a buscar definiciones podemos establecer ciertos parámetros comunes, como hablar desde la organización del Estado, hasta la conformación de individuos con voluntad para establacer una modalidad de organización claramente establecida, es decir, la representación del ordenamiento del territorio y su población en un modelo dado de representación y transmisión de soberanía temporal. Esto es importante ya que contrasta con otras perspectivas de entender la organización de este mismo espacio y sus habitantes.

No se puede acercar a la actualidad de este tema, sin dar una mirada hacia el pasado y la génesis de lo republicano. El contraste tal vez resulte que hay una secuencia entre el origen y su desarrollo, así como también miradas diversas o formas de entender este proceso.

En su texto La creación de la República ((La creación de la República. La filosofía pública en Chile 1810-1830, Vasco Castillo. LOM Santiago 2009.)) Vasco Castillo reflexiona sobre las bases filosóficas y la construcción de este concepto desde arriba, es decir, una elaboración intelectual generada desde el exterior; hablamos de la Ilustración y esa construcción ideológica poderosa que se difundió desde los núcleos europeos a las sociedades que compartían su misma mirada ya sea por extensión cultural, imitación declarada o bien por considerarla un valor universal. Construcción filosófica heredera de la tradición occidental.

El libro de Castillo, por demás interesante, aporta elementos a la discusión y la mirada sobre esta creación cultural, donde la comunidad organizada establece que camino seguir después de la ruptura con España. Es muy importante tener en cuenta el contexto y quienes forman esta comunidad en formación. Un grupo que detentaba el poder económico y que en una coyuntura global encuentran el momento oportuno para complementarlo.

El sector ilustrado de la sociedad chilena asume este discurso dentro de un contexto internacional que se sumerge en esta idea de organización y trata de imponerla, los conflictos generados son previsibles, unos avanzan otros se resisten en el logro de sus objetivos, cada uno con argumentos válidos, sólo la evolución de cada acontecimiento establecerá cual es el destino de cada zona.

Es en este escenario donde el contacto con las ideas ilustradas tomará fuerza.

Si el discurso filosófico es el que le da el sentido y forma a la organización republicana, Castillo nos ilustra cómo se expresa esta construcción cultural que se llamará República de Chile. El autor toma a Camilo Henríquez que basa su fundamento en la mejor tradición ilustrada, para decir que la “Patria es esta gran familia, esta sociedad de nuestros conciudadanos, que comprende todas las familias […] debemos amar a la patria más que a nuestra familia, que es una entre tantas. El interés personal está unido al bien de la patria, por que cada ciudadano participa de la felicidad y gloria de la patria” ((Op. Cit Pág. 24)) Se destaca en este párrafo cuál es el sentido de la responsabilidad a que está llamado cada ciudadano y qué se espera de él, y se corrobora con la idea de Patria “está concebida como una noción de carácter político, Patria se identifica con el cuerpo político de los ciudadanos y la vida surge entre ellos” ((Op. cit. Pág. 25)). Desde el momento de asumir el carácter político se puede plantear la interrogante de quiénes son los ciudadanos.

Los movimientos independentistas contarán con una base de apoyo importante, es la aristocracia local la que llevará adelante este proceso y también la que sufrirá el costo de esta empresa. Visto en perspectiva, y con la ventaja que da la distancia en el tiempo, los beneficios de la ruptura con la Metrópolis y asumir la creación de un nuevo orden administrativo fueron inmensos. La adopción de construir una república se enmarca en esta base ideológica ilustrada, donde el discurso, tal como lo demuestra el texto, es el formador del ideal republicano. Lo que se espera de cada persona dentro de este esquema, y algo sumamente importante, quiénes son serán parte de esta idea de República.

Un elemento central en la formación republicana es la Libertad, el autor destaca que se fundamenta ésta en contraste con la opresión y “si existía la opresión era precisamente porque no existían los ciudadanos. La defensa de la libertad de cada uno, su posibilidad de vivir libre de dominación, estriba en que ellos conformen un cuerpo político de hombres libres que se autogobiernan y, de este modo, defiendan su propia libertad” ((Op.citp. Pág. 32)). Surge en este comentario, el concepto de ciudadano y que lleva a Henríquez a definir su complemento, la Virtud. Así el autor comenta “de esta forma, la reflexión del mismo Camilo Henríquez lo conduce al examen del otro gran tema republicano asociado al cultivo de la virtud cívica: la denuncia del vicio y la corrupción. Según el argumento anterior, la experiencia de la libertad política, que instaura la vida republicana, es la que hace surgir la virtud cívica. En contrapartida, el vicio y la corrupción nacen junto con la experiencia de la servidumbre, propia del despotismo” ((Op.citp. Pág. 33)). Esto lleva a preguntarse quiénes califican para ser invitados a sentirse ciudadanos, lo que reafirma Castillo al establecer “de este modo, la ciudadanía deviene una tarea esencial del hombre que, siendo libre, aspira a seguir siéndolo. Ser libre –y permanecer libre– exige ser ciudadano, esto es, exige un sentido fuerte y no débil de responsabilidad cívica. Eso es lo que los republicanos llamaron la virtud.” ((Opp. Cit. Pág. 210))

En sus orígenes se puede visualizar una participación restringida, pero consciente, limitada pero sin cuestionar, ya que los valores y la voluntad de participar dependen del conocimiento, un valor escaso y limitado a un grupo de personas ligadas a la elite de la sociedad. Valores no transferibles a ese grupo de personas identificado como bajo pueblo, en oposición al pueblo real que representa esta vanguardia iluminada. Existe una distinción clara entre los unos y los otros, que en muchas zonas de América será la imagen del conflicto que alterará el desarrollo de esta idea de República, Civilización o Barbarie.

Por otra parte en su libro ¿Chilenos Todos? ((¿Chilenos Todos? La construcción social de la Nación (1810-1840), Julio Pinto Vallejos / Verónica Valdivia Ortiz de Zárate, LOM Santiago 2009)), los autores Julio Pinto y Verónica Valdivia dan una mirada más profunda a esta situación en la creación de la República de Chile, se visualiza esta distinción en los llamados a crearla y los que son invitados a mirar desde afuera o bien invitados a participar en las huestes de guerra pero no para disfrutar de los beneficios de la “Cosa de Todos”. La disociación se produce desde dentro, ya que la consideración para la creación republicana descansa en valores que se presume están o se desarrollan en un grupo ilustrado. Los conceptos de Vicio y Virtud, que según vimos se asocian a la responsabilidad y a la actitud ante la construcción cultural de la República, establecen una diferenciación casi insalvable. No resulta difícil encasillar a cada grupo en uno de ellos, y cuyo  resultado será la expresión de la exclusión en la participación pensante de este nuevo orden.

El poder la palabra se refleja en una expresión que toma forma en este periodo inicial, el Pueblo y al respecto los autores manifiestan que “lo que interesa aquí, sin embargo, es concentrarse  en lo que por aquel entonces se entendía por Pueblo, y particularmente sobre la inclusión en dicha categoría de lo que hoy conocemos como sectores populares” ((Opp. Cit. Pág. 25)) La riqueza de este texto es que confronta, con gran lucidez, de la que nos tienen acostumbrados, ese elemento que lleva a confusión, el debate se enriquece a la luz de este enfoque, ya que sacude la rigidez del lenguaje en su contexto, porque la autopercepción de los grupos no necesariamente coincide con la nuestra: Lo que para nosotros hoy es una categoría casi sin discusión, salvo la intención ideologizada, la podrán llamar pueblo, gente, comunidad, ciudadanos, pero todos sabemos a quienes se refieren. En este sentido los autores nos ilustran con la mirada que se tenía hacia ese conglomerado de personas “haciendo un balance de todas las incidencias recordadas, se aprecia fácilmente que el acceso del bajo pueblo a la esfera pública no dejaba de suscitar serias reservas entre una clase política todavía hegemonizada por la opinión patricia. En el mejor de los casos, y aun cuando ninguno de los bandos en que ésta se organizaba trepidara en instrumentalizarlos para su propia conveniencia” ((Opp. Cit. Pág. 182)).

Antes era la monarquía que excluía a todos por un mandato ligado a la tradición y a los teóricos que la ligaban a la renuncia de la soberanía o bien a una extensión de la autoridad dada por Dios. En el nuevo orden es el conocimiento, la afirmación intelectual desde el paradigma ilustrado y el rechazo a la expresión violenta de ella manifestada en la Revolución Francesa y el jacobinismo.

El reconocerse iguales a pesar de las miradas diversas, pero siempre siendo parte de un mismo grupo que en el caso de Chile sentaron las bases divisorias en dos bandos, los conservadores y los liberales, que se opusieron, muchas veces de manera violenta, pero que siempre encontraban el punto de conexión una idea de República donde todos tenían cabida, ya sea dirigiendo o siendo dirigidos, tratando de imponer su mirada particular sobre los demás. Y si a los demás nos referimos, es interesante mencionar su participación en la primera Junta de Gobierno “el encargo riguroso de no dejar pasar a persona alguna que no presentase el billete o esquela impresa de invitación marcada con el sello usado en sus despachos por el presidente y capitán general del reino. Como se dijo estas invitaciones ascendían a un total de 437, en una ciudad cuya población por aquella época se calculaba entre treinta y cincuenta mil personas. El “populacho” en consecuencia no tuvo participación en las deliberaciones, aunque si tuvo oportunidad de aclamar y vitorear a las nuevas autoridades una vez concluida la ceremonia, correspondiendo a éstas el gesto  arrojándole monedas” ((Opp. Cit. Pág. 26)).

En esta acción se puede visualizar dos cosas al menos, la primera es la limitada participación ciudadana y la  manifestación pública legitimando la reunión y, la otra, sólo como un acercamiento al tema que tratamos es que sucedió lo que se esperaba y me atrevería a consideran que nadie haya cuestionado la exclusión tan abierta y clara al evento en cuestión; el pretender desde lo contemporáneo establecer que fueron discriminados los sectores populares sería no comprender el contexto social y fundamentalmente el contexto ideológico.

 

 

 

Los instrumentalizados de siempre

 

No resulta difícil reconocer que la evolución institucional de Chile tuvo ese escenario descrito, una República autoritaria basada en el orden y la espera muy lejana en que la participación vaya aumentando, a medida que se desarrolla su capacidad para entender el proceso en que discurre la formación de la República, esto según la conocida tesis portaliana.

Si analizamos la construcción de la República podemos argumentar que la mirada de desconfianza hacia los sectores populares no disminuía con el tiempo, al contrario, siempre estaba presente como una muestra de los excesos en que podían caer, a ellos se asociaba otros tipos de vicios que enunciamos antes, si el vicio del ciudadano eran el afán de avaricia y corrupción al bajo pueblo se le sumaba otros, de carácter más peligroso, el criminal y el auspiciador del desorden, al respecto el texto nos ilustra con los siguiente “es vergonzoso para esta capital, que con orgullo podríamos llamarla un pueblo libre y civilizado; es, por último, una horrible mancha para la población chilena, que en esta época de ilustración se permita que las clases ínfimas continúen matándose diariamente, sin que se tomen activas y eficaces medidas para contener su brutal ferocidad” ((Opp. Cit. Pág. 228)).

La asignación de características brutales a las clases ínfimas no es casualidad, el desarrollo de las Repúblicas americanas correrá por esa disyuntiva mencionada antes –civilización o barbarie– como las categorías que impregnaron el ideario del siglo XIX. El asociar esta criminalidad en la línea de la carencia de virtudes y al carecer de ellas, resultaba imposible desarrollar su condición de ciudadanos dentro del enfoque ilustrado que determinaba el ethos decimonónico.

El sigo XX nos muestra una cara más amable en este sentido, la ampliación de participación se amplía hasta el sufragio universal sin exclusión predeterminada, el paradigma republicano se acomoda a esta nueva realidad, con los nuevos grupos sociales emergentes y las nuevas demandas cambian el escenario de participación. Si en el siglo XIX es la aristocracia la que determina el qué y el cómo, en el siglo XX debe enfrentar nuevas fuerzas que reclaman a través del discurso ciudadano una mayor participación y junto a esto también la posibilidad de generar y poner en práctica sus propios proyectos de qué y cómo. La riqueza del siglo XX radica en esto, como diversos proyectos se ponen en práctica y otros son frustrados.

Como conclusión no se puede desconocer que el proyecto inicial surgido en los inicios del siglo XIX ha tenido éxito a pesar de todos los avances y retrocesos. Existe una República en forma y en constante desarrollo, hay un ethos común donde las personas pueden recurrir en busca de su identidad republicana. No hay cabida a un cuestionamiento para modificar esta forma de organización, lo que no impide tener una mirada crítica a la situación dos siglos después.

Se puede preguntar si ese paradigma de virtud ciudadana está vigente, se puede preguntar si hay varios modelos de República donde cada ciudadano en potencia puede buscar su identidad. Pensamos que existen varios modelos de expresión que no agotan el sentirse parte de una comunidad llamada Chile. Si esto no fuera así no se explicaría como en veinte años, desde 1990 a la fecha el padrón electoral se ha visto estancado, ¿es que no se sienten parte de la nación ese grupo mayoritario de jóvenes? ¿O es que no se sienten representados?.

Cada vez que hay una llamada  a participar para elegir autoridades las miradas se dirigen necesariamente a ese grupo ausente en la legitimación. Surgen los análisis sobre la desmotivación juvenil y los iluminados critican a los jóvenes y a los no tanto, en que no se sienten ciudadanos, que no son parte de la nación, y plantean audazmente, que son ignorantes a voluntad, que no asumen ese rol para decidir el destino del país. Los que estamos en contacto con los jóvenes, sabemos perfectamente que tienen espíritu crítico y propositivo, sabemos que cuando las condiciones están dadas se manifiestan. Si damos vuelta el enfoque podemos visualizar que el discurso y las acciones son las que no convencen, es la idea del sentirse convocado a legitimar eventos cupulares en que no son parte de su gestación. Es no sentirse instrumentalizados cada cuatro años.

La respuesta no la podemos buscar aquí, pero queda planteada y alguien tendría que hacerse cargo. Lo que sí podemos establecer es que si bien ha disminuido la participación ciudadana no ha disminuido la identificación con el concepto Chile, al parecer lo reemplazan otros elementos. La selección de fútbol nacional parece, que de manera coyuntural, reemplaza como elemento vinculante de identificación republicana con mucha más fuerza que la virtud ciudadana

Llama la atención que al leer a los fundadores de la República uno se pregunte cómo se ha devaluado el concepto de participación y que ésta se limite a una convocatoria a legitimar por medio de una votación autoridades que la mayoría no tuvo ingerencia en su nombramiento. Esto me hace pensar que tal vez no haya mucha diferencia entre esta legitimación y la sucedida al término del Cabildo de 1810, sólo que ahora no se arrojan monedas.


9 comentarios

  • mientras leía lo planteado sobre la creacíón de nuestra república, me cuestioné constantemente ¿cual es realmente la diferencia?.
    Entre los 200 años que ha vivido Chile de historia, nos hemos visto en todo momento sumergidos dentro del yugo del más fuerte (o más adinerado). «En sus orígenes se puede visualizar una participación restringida, pero consciente, limitada pero sin cuestionar, ya que los valores y la voluntad de participar dependen del conocimiento, un valor escaso y limitado a un grupo de personas liga­das a la elite de la sociedad. Valores no transferibles a ese grupo de personas identificado como bajo pueblo», es aquí donde realmente está la respuesta (que también explicas), en la cual nos damos cuenta no sólo de la situación acontecida en aquel momento, sino que al mismo tiempo recordamos que es la misma situación contemporánea.
    Yo, con mi corta edad y dentro de los jóvenes votantes, concuerdo, en que la falta de interés y de conocimiento y entendimiento de la situación política que vive el país es de total responsabilidad individual.

  • Me encuentro en total acuerdo al tener que digerir diariamente todas las propagandas y utilizaciones básicas de la política con el bicentenario. Sin embargo no es el único tema utilizado para intentar generar nacionalísmo dentro de los habitantes, mientras el descontento socio-económico se mantiene en espera.

    Al mismo tiempo, y siendo yo misma, jóven votante, creo que más que una particularidad individual de desinformación, estamos totalmente rodeados (al igual que en la formación del país), de un desequilibrio educacional que día a día va in crescendo en falta de conocimiento y desinterés. «En sus orígenes se puede visualizar una participación restringida, pero consciente, limitada pero sin cuestionar, ya que los valores y la voluntad de participar dependen del conocimiento, un valor escaso y limitado a un grupo de personas liga­das a la elite de la sociedad. Valores no transferibles a ese grupo de personas identificado como bajo pueblo…»

    Ahora bien, independiente al avance tecnológico y culural que en cierta medida se ha logrado en nuestro país entre estos 200 años, socialmente ¿cuál sería?. En la contemporaneidad de nuestros hogares continuamos discutiendo de educación, diferencias e injusticias económicas. ¿será esto realmente la culpa de los que no desean llevar a cabo su deber de ciudadano?

  • Sin duda el concepto de república es amplio y quizás incluso ambiguo, pero más amplio aún es el de ciudadano, tal como lo plantea en los inicios de nuestra república este «cargo» estaba limitado a unos pocos que eran quienes tenían dos características fundamentales dinero y ansias de poder lo que concluía en conocimiento.Hoy que la ciudadanía es tan amplia como queramos quienes pueden ejercer su derecho no lo quieren y lo ceden argumentando falta de interés o simplemente ignorancia voluntaria, me quedo con este punto porque a mi parecer es el más importante para entender la construcción de una república, sin duda esta ligada a TODOS los habitantes, quienes aceptan ser ciudadanos y con esto no solo ejercer sus derechos sino que también sus deberes y a los que escogen no serlo y sólo aceptar los derechos que otro escogen para ellos.
    Quizás uno de lo puntos de quiebre para que hoy exista una gran población joven y no tan joven sin ejercer uno de los derechos fundamentales como el sufragio es la falta de representación, pero sin duda esta falta de representación surge primeramente desde la falta de interés en adquirir conocimiento.
    sin duda eventos como el que la selección de fútbol juegue un mundial, siempre serán mejores y más masivas muestras de nacionalismo ,porque exigen una menor instrucción y conocimientos previo; son los momentos en que todos somos chilenos, tal cual pasa con el lema del bicentenario, cuando se habla de cumplir 200 años como nación independiente y formadora de una república todos nos sentimos participes, pero muy pocos son capaces de realmente intentar encontrar una definición y reflexionar sobre el real avance en estos 200 años.

  • Al leer este articulo hice una pequeña encuesta en mi entorno más cercano, y la realidad de es que no sabemos que es el bicentenario, solo una persona me nombro a la republica y no pudo profundizar en el tema, y ante lo mismo me preocupa la cantidad de propaganda que tenemos en relación a esto y lo poco instruidos que estamos, es difícil entender (después de leer) que lo que más nos preocupe sean los días feriados que vamos a tener y no lo que significa en realidad
    Al mirar desde un prisma objetivo, en lo personal no siento una evolución en nuestro país, nos vemos bajo las mismas impresiones que se nombran en el artículo, gente que está completamente lejana a lo que realmente es importante, seguimos casi en el mismo papel de agentes no participantes de la realidad que nos gobierna, seguimos en la misma posición de asumir lo que otros han determinado por nosotros, lo lamentable es que aunque tenemos la oportunidad de hacernos parte del proceso no tenemos la verdadera motivación para hacerlo. Que difícil es poder hablar de un pueblo o una nación en donde la realidad nos habla más de una sociedad personalista. Muchas gracias por compartir la importancia del bicentenario y como siempre se agradece muchos sus conocimientos

  • Creo que si se busca ser positivo con algun aspecto del Bicentenario, en relación a los procesos vividos en 200 años, es el hecho, que fue mencionado, que hoy podemos votar todos, se busca entregar salud y promoverla en el país, hablamos de educación y se quisiera que fuese para todos igual, se trata de conversar ciertos temas antes no considerados.

    Pero he ahí dónde radican varios de los problemas que hoy enfrenta esta estructura, bajo mi punto de vista. La calidad de todo lo que se trata de entregar y la real intención existente tras estas instituciones instauradas o implementadas es el problema. Se ha hablado de divorcio desde el aspecto religioso o moral, sin muchas veces ver lo que realmente conviene a la gente y su salud mental, hablamos de píldoras, abortos, etc. pero nadie realmente preguntó que es lo que le importa a las personas y se debaten temas entre partidos y ministerios que se supone poseen la educacuión necesaria.

    Ahí me fallan ambas partes. Por parte de estos grandes, que es verdad que muchas veces existe realmente un conocimiento elevado de diversos temas que no se puede ni debe desmerecer, pero esta virtud Republicana de que se habla no existe y nos vemos enfrentados a una cantidad de corrupción y una falta de interés por ayudar que a mí me parece bastante egoísta. Vivimos en un país tan pequeño, donde los «pitutos» son tantos, que al final las decisiones se toman para beneficio de las propias empresas y dominios de los mismos que están al mando, que se supone, están al mando por tener conocimiento (Conocimiento mal compartido y además cuando es bien compartido LOS JÓVENES NO LO QUIEREN RECIBIR). Pero no tienen conciencia o empatía. Para mí un trabajador público, que trabaje en el gobierno merece un sueldo de su tamaño por efecto de trabajar todo su año por otros y no en beneficio propio. Hoy se ganan por los dos lados. No son capaces de dejar ni un pedazo.

    Entonces, el querido bajo pueblo, hoy con más ganas, opina. Cosa positiva, porque a fin de cuentas la gran mayoría es este pueblo que compone al país. Pero lamentablemente, como la contraparte que se supone está enfocada en crear seres críticos (críticos con juicio) y de pensamiento «ilustrado», como se diría en la independencia, no ha cumplido con entregar una educación igualitaria y de CALIDAD (calidad en profesores, ¿han visto el puntaje que se necesita para entrar en pedagogía? y además un pobre desgraciado que realmente quiere lograr algo entre jóvenes entra a un colegio con un trabajo DIFICIL porque nadie lo quiere escuchar y se esfuerza por tratar de entregar algo para el bien de estos mismos jóvenes, herramientas para nadie más y le rechazan deliberadamente y le pagan horrible!) por lo que la respuesta de este bajo pueblo es impulsiva, sin filtro y a veces desmedida. No tiene juicio y tampoco ve lo que es realmente justo para todos y caemos al otro lado. Un montón de gente floja que reclama de abusos y que pretende que por ser abusados deben pagarles todo en sus vidas. Y así reventamos la espalda de la clase media que paga los impuestos que los pobres no y los ABC1 evaden con sus empresas. (De los mismos que están en el poder, o no?).

    Resumiendo, quizás, hace 200 años, los únicos que se dieron cuenta de que era posible salir de yugo español fue la elite, y necesitando al pueblo, este inconcientemente y por el discurso que se les ofreció, ayudó. Allí más simple de entender por el menor flujo de información para todos por igual, pero inevitablemente esta situación crea el círculo en que terminamos amarrados. Hoy pasa lo mismo, si somos perversos podemos creer que hasta buscan educarnos mal para poder seguir siendo pocos al mando.(Pero eso, aún así, dependerá siempre de nosotros) Para meternos el dedo en la boca y además no dejarnos contestar, porque no se sabe como hacer. No existen respuestas válidas para ellos.

    Pero existe una gran diferencia con lo que sucedió hace 200 años. Hoy existe la información y vivimos en un país que trata de castigar la corrupción con sus leyes. Entonces, si aprendemos a criticar de manera constructiva vamos a ser capaces de pedir cosas alcanzables y ser tan fuertes (más importante para mí es el don de la palabra) intelectualemte como para dejar en jaque a la elite del Bicentenario.

    Se trata de saber cómo dirigirse y quizás si no es echar a quienes nos gobiernan, obligarles a hacer lo que tienen qué hacer, a favorecernos a todos por igual, obviamente, incluidos ellos. Serán pocos los individuos claves quizás. Pero ojalá estos no sean corrompidos por el deseo de poder.

    Creo que la ventaja que tenemos hoy es esa. Información disponible. Más recursos que nos tratan de limitar porque siquiera les sabemos usar. Y eso viene de una juventud que reclama reclama reclama y reclama. Pero no hace nada. Tiene claros sus derechos, pero todos son estáticos, no se informan. (Aunque tampoco hay que ser injustos, y es importante destacar a los que si lo hacen y se interesan, opinan y buscan aprender, aprovechar ese derecho y respetar la desicón del que tiene al lado de hacer o no hacer algo y asumir sus errores frente a todo, si culpar a otros.) Vivo en una juventud que creo que en relación a los «temas de política» se sienten poco afectados y son conformistas, asumen lo que viven, sin saber lo que enfrentaremos después.

    Yo no creo ser la persona con más facultades para opinar, pero siento mi concienca tranquila, porque si bien no es tanto lo que se, me he sentado a escuchar para entender y luego, cuando me toque, poder criticar con buen juicio, cuando sea mi turno de elegir. Y creo que hoy nadie está interesado. Te pueden dar cátedra de sus opiniones, pero es más grande la flojera de inscribirse y pararse a hacer una cola. En ese caso, luego no vengan a reclamar. Porque si todos votamos, aunque sea por el mal mejor, luego nadie va poder tener excusa para decirnos que no nos interesa participar y nos deberemos ver en el derecho, esta vez REAL, de pedir, de manera criteriosa y justa para todos (virtud) las mejores decisiones.

    A pesar de esto… Creo que el proceso es muy lento. Solo esto conseguimos en 200 años. Esperemos que en 200 más estemos frente a una República más sana. Ese complejo que guarde para todos nosotros oportunidades justas. Pero bajo mi punto de vista, el ser humano tiene instintos animales y el poder, el dinero, el control y el respeto, siempre corrompen y la mente es débil. Esto existe y existirá. Aun en Europa se enfrentan diferentes problemas y ellos llevan muchísimos años más que nosotros estableciendo su EDUCACIÓN como algo FUNDAMENTAL.

    Educar es la respuesta, por eso el trabajo de nuestros docentes hoy, tiene que ser de calidad, apoyado y recompensado. Por el bien común de este intento de República. Seamos positivos y tratemos de colaborar. Porque más que dañarnos, nos va a ayudar a todos.

    Gracias.

    Quizás celebramos la coyuntura para la Independecia del Bajo Pueblo, para que así TODOS seamos Independientes.

  • ¿Qué es una república? Una república es un sistema político que se fundamenta en el imperio de la ley y la igualdad ante la ley como forma de frenar los posibles abusos de los más fuertes, del gobierno y las mayorías con el fin de proteger los derechos fundamentales y libertad civil de los ciudadanos, y para un buen funcionamiento de la república debemos acudir a la democracia representativa, la cual consiste en que mediante en elecciones libres para delegar la soberanía en ciertas autoridades. Autoridades que deben actuar en representación de los intereses de la ciudadanía que los elige para representarlos.
    *Pero como todos sabemos en 200 años los intereses de la ciudadanía cambian.
    Sumergidos en un mundo consumista donde la gente quiere cada vez más y más. 200 años en los que no logramos crear una educación de calidad y mucho menos igualitario.
    Más que un problema republicano, político es un problema social donde competimos día a día, no por ser mejores si no por tener cada vez más. ¿Cómo podemos hablar de republica en un país donde lo único que importa es el bien estar personal y el ser egoísta?
    El bien común y el bien como nación se pierden por falta de solidaridad.

    *Solidaridad de la cual muchas veces han abusado para poder obtener más.
    Para que nos empeñamos en ir a votar cada 4 años para mejorar la educación, para crear nuevas fuentes de trabajo, para velar por nuestros intereses como país o simplemente para representar nuestros intereses consumistas y lucrativos nos encontramos en un país que está usando la palabra república y democracia de forma inadecuada.
    Un país donde nuestra verdadera identidad está perdida y donde lo único que importa es tener más si recobramos nuestra identidad y logramos pensar en un bien común como país seremos fuertes y grandes y que este bicentenario signifique cambio para todos.

  • En Chile como bien dijo, yo no soy ciudadano… si embargo me siento con la necesidad de no solo criticar al sistema, sino tratar desde mis talentos, hacer algo por este país, y creo que por el mundo también. Como sospecha o sabe, cree tener una idea de cual es mi idea, en fin, creo saber que se acerca un poco a pensar lo que cree que pienso. No es solo música (pero a sido parte fundamental y hasta existencial de mi persona) sino también experiencias que me ha tocado vivir, conversaciones con gente que yo los creo muy inteligentes, libros (físicos o virtuales) y creo que a mi corta edad tengo un poca de claridad acerca de este tema, cosa que hasta yo encuentro rara.
    El tema es que nunca (desde que puedo usar mi cerebro para pensar críticamente) he sentido la obligación de sentirme parte de un pueblo en que me imponen incluirme suponiendo satisfacción. Creo que la democracia es un mito que nunca la he visto… Es como el Comunismo «ideológicamente es bueno, pero en la práctica… un desastre en cualquier país».
    Cuando pienso en civilización o país desarrollado, no se si alegrarme o decepcionarme profundamente. Creo que me quedaré con la segunda, creo que desde que alguien fue más que otro, fue el principio del fin de la humanización como personas que vivimos en un mismo planeta, «TODOS SOMOS LOS MISMOS PERROS, PERO CON DIFERENTES COLLARES». No creo que hemos avanzado mucho en el tema valórico-humano en este país, y en general todos los americanos. Si hace doscientos años, los Elites, eran 437, y el pueblo eran casi tres mil. Hoy en día siguen siendo los mismos, solamente que son proporciones distintas, y alguien vaya a saber quienes están mas atrás…
    Lo lamentable es que siempre son las mismas caras, ¿Porque Sergio Bitar, vuelve al poder con La Presidenta Bachelet? Yo no soy quién para hablar de la vida de un político y en especial de él, por lo que vivió para el golpe, pero me nacen esas interrogantes. ¿Dónde se fue Arrate y algunos otros para el 73? ¿Porque Pinochet dejó una gran fortuna?… Bueno por ahí dicen que el pueblo se merece a los líderes que tiene.
    A veces pienso en lo que dijo John Zerzan, acerca del sistema-tiempo que nos tocó vivir : «La destrucción de la propiedad no es violencia. Romper una ventana no causa dolor físico, no hace daño a ninguna criatura viva… Para mí es violencia, que te despidan, que te cobren impuestos, que no se te respeten los derechos básicos».
    Creo que la libertad dentro de un sistema existe, pero para unos pocos, a los que son elegidos…
    No hemos avanzado nada de mi punto de vista.
    No siento que por tener más edificios en la capital, somos más desarrollados, no creo que por dos bancos en una misma cuadra seamos potencia.
    La identidad creo que es muy desacreditada en el aspecto cultural en Chile, ¿con un McDonald a dos cuadras de la Moneda? No creo que sea típico de un Chile que tiene su entidad cultural arraigadas al campo.
    Creo que pienso lo mismo que usted, acerca del voto de la juventud. Para el plebiscito fue la mayor asistencia juvenil para votar, pero después de eso las expectativas que tenían los jóvenes de los líderes bajaron mucho, llegando a lo que estamos ahora.

    Bueno profe, esa sería mi opinión. ||||

  • Lo de las fechas redondas, siempre ha sido así, es mucho más atractivo tanto como para la sociedad chilena, como con su historia celebrar un Bicentenario un 2010 que un 2018.
    Con respecto a la poca participacion del «pueblo» en la conformacion de la República, esto se da en la historia de si no son todas casi todas las que ahora llamamos republicas, y a mi parecer esto no esta mal, no todas las personas están preparadas para poder elegir y esto es lo que hace a la democracia en un sistema imperfecto de participacion ciudadana. Aunque si bien parece justo mucho de estos votos son influenciados de manera burda con falsas promesas en campaña o anunciando medidas populistas, aunque hasta ahora este sistema de elección pareciera lo más justo, se debe tomar en cuenta la poca conciencia a la hora de elegir. La misma poca seriedad que hay entre la política a la hora de hacer sus campañas ha llevado a la poca participación de la juventud en el sistema electoral. Aunque la culpa no es exclusivamente de los políticos sino también de los mismos jóvenes al decir «no me interesa la politica» o «son todos iguales». Al no votar reducen y dismuneyen el sector de votación y después son los primeros que se quejan a la hora de un alza o los primeros en estar en marcha para destruir algo.

  • Profe: como usted dijo alguna vez, Chile fue una provincia ( en tiempos coloniales) de la que salían militares y curas, y nuestro apego al orden provocó que en el comienzo de la República la voz de la gente no se escuchara, siendo escuchada solo la de la aristocracia, la pregunta es¿por qué 192 años después de la liberacion de Chile, seguimos siendo así?
    Hay una frase que dice que la gente tiene los gobernantes y políticos que se merecen, entonces ¿qué esperamos para cambiar eso?

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