06 de junio 2013

Zurita: El Arte como vida y la vida como generadora de arte

En el año 2004, en una entrevista para un periódico limeño, Raúl Zurita habló sobre la quemadura que se autogeneró en su rostro y dijo que no lo hizo específicamente por poesía. “Por el contrario: estaba desesperado.  Había tenido una situación de las tantas de infinita humillación en ese tiempo. Y me acordé de esa imagen evangélica, que te dicen que si te dan una bofetada en la mejilla derecha, pon la izquierda: entonces fui y me quemé la cara. Después entendí que allí había comenzado la poesía para mí”. El registro fotográfico de las cicatrices de esta acción será después la portada de uno de sus primeros libros, proceso que el autor define como una “performance desesperada”, el inicio del vínculo entre lo poético y lo vital.

Lo performático, la intervención artística, lo biográfico, el trabajo visual y la escritura, son lo que conforman una de las propuestas estéticas más interesantes del último tiempo; la relación que Raúl Zurita concede entre arte y vida. Zurita, antiguamente miembro del C.A.D.A(Colectivo de Acciones de Arte) y autor de obras como Purgatorio y Anteparaíso, literatura importante dentro del paradigma nacional e internacional, ha dedicado gran parte de su vida al desarrollo del arte bajo un soporte visual y performático, que traspasa a su creación lírica.

La intervención en espacios sociales
Recordando alguna de las acciones del C.A.D.A., podemos entender esta noción. La intervención en espacios sociales se refleja, por ejemplo, en “inversión de escena”, donde se cubre el museo de Bellas Artes con un gigantesco lienzo blanco. Ejercicio activo, semiótico y sociopolítico que manifiesta bajo el contexto histórico en que se instala (la dictadura militar en Chile), los valores de la censura y el poder que la dictadura ejerce en las manifestaciones de arte. En palabras de la teórica Nelly Richard “cuando el grupo C.A.D.A. tacha el frontis del museo… bloquea virtualmente la entrada, ejerce una doble censura a la institucionalidad artística. Censura su monumento, primero como museo (alegoría de la tradición sacralizadora del arte del pasado) y, segundo, como Museo “chileno” (símbolo del oficialismo cultural de la dictadura). Pero lo hace reclamando a la vez la calle como “el verdadero museo” en la que los trayectos cotidianos de los habitantes de la ciudad pasan a ser –por inversión de la mirada– la nueva obra de arte a contemplar” (2) Inversión de escena, en breves palabras, significa el desplazamiento del objeto artístico a un espacio no-artístico, transformando lo cotidiano (en este caso la calle y el entorno que rodea el museo) en un espacio cargado de nuevos significancias.

Sin embargo, Zurita también ha trabajado en espacios naturales, como lo fue escribir con humo blanco su poema “La vida nueva” en el cielo de New York (1980) y grabar los versos “ni pena ni miedo” en el desierto de Atacama (1993). Si bien en su tiempo, estas intervenciones jugaron un rol polémico dentro de la crítica nacional e internacional, aparecieron tiempo después bajo un nuevo formato.

El poder del registro audiovisual y fotográfico, que retuvo la intervención en espacios naturales para luego desplazarla a una obra nueva, generó que se intercomunicaran un primer lenguaje, el de las intervenciones performáticas, con otro que se conforma con la obra poética de Zurita, como lo es su libro Anteparaíso, generando de este modo una dialéctica nueva entre el espacio vivido, el registro de la intervención, la escritura como soporte biográfico y el libro como objeto poético y visual que reúne y ensambla diferentes horizontes bajo una misma intención y estética.

De esta forma la escritura en el cielo, puede ser interpretada como la intervención del arte en el espacio inhabitado o más bien, la intervención en uno de los pocos lugares “auráticos” existentes, y al momento en que esta acción se multiplica en el papel, cobra nuevos sentidos y se reconfigura, transformándose en un espacio nuevo, una nueva plataforma o soporte. Ya no es el cielo lo que estamos viendo, sino que es la hoja con textura azul que conserva (registra) en su cuerpo los códigos lingüísticos de un discurso previamente enunciado. Ya no asume protagonismo la acción performática de escribir en el cielo. Al estar impreso en la hoja, cobra valor el código lingüístico y por lo tanto, cobra valor el significado de versos tan poderosos como por ejemplo; “MI DIOS ES HAMBRE”.

NOTAS:

«La poesía es un sueño del que no puedes despertar».
Entrevista con Raúl Zurita.
Por Niki Tito Ramos y Fernando Cuya
Publicado en: Identidades. Suplemento cultural del diario El Peruano. Lima. Lunes 8 de Noviembre de 2004 http://www.letras.s5.com/rz2201062.htm

(2)http://www.memoriachilena.cl/temas/dest.asp?id=zuritacada

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